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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Un bebedor, un avaro y un hombre lujurioso llegaron al mismo tiempo al Cielo. San Pedro, el portero celestial, les dijo: "Antes de poder entrar aquí deben pasar una prueba". Al bebedor le presentó una copa. El hombre, sin poderse contener, la apuró de un solo trago. "¡Al infierno!" -dictaminó el apóstol. En seguida San Pedro tiró al suelo, frente al avaro, un billete de 500 pesos. Y el lujurioso le dice al avariento con angustiada voz: "¡Si te agachas a recoger el billete los dos estamos perdidos!"... Esto que voy a contar sucedió ya hace muchos años. (De todo lo que pasó antes de la caída del PRI ya hace muchos años). Había un funcionario del entonces Departamento de Asuntos Agrarios y Colonización a quien frecuentemente visitaban agricultores ricos a fin de arreglar con él problemas que tenían con los ejidos colindantes. En su oficina el dicho funcionario les decía a los propietarios: "Señores: estos asuntos no son para tratarse aquí". Entonces ellos lo invitaban a comer en un restorán de lujo de la Capital. Llegaba el tipo; comía y bebía en abundancia; y al final del opíparo banquete, ante el café y la copa de coñac, se repanchingaba en el sillón, encendía un habano de los finos y decía con una amplia sonrisa a quienes lo habían invitado: "Ahora sí, señores: estoy listo para que me corrompan". En otra ciudad cierto líder campesino se presentó en la delegación del Banco Ejidal y pidió uno de los tractores que estaba repartiendo la institución a los ejidos. "Cómo no, don Fulano -le dijo el encargado del programa-. Llene usted una solicitud de crédito y...". "No, licenciado -respondió el ejidatario-. Yo no quero de esos tractores del crédito y la solicitud". "¿Luego de cuáles quiere, don Fulano?" -preguntó el otro. Contestó el líder: "Quero de los del manoteyo". El manoteo era el saqueo generalizado que se hacía de los recursos destinados por el Gobierno al campo. (El Banco Ejidal, o Banjidal, llegó a ser llamado "Bandidal"). Pienso que quienes piden la derogación de las cláusulas del TLC relativas al campo mexicano quieren volver a esos pasados tiempos de corrupción y "manoteyo". Algunos de ellos son supuestos representantes campesinos que conservan las prácticas pasadas y no quieren perder sus privilegios. La modernidad, sin embargo, es algo que acaba por imponerse siempre, y la globalización, con todos sus buenos y malos efectos, es parte de esa modernidad. Debemos aceptar esa globalización, por lo demás inevitable, y aprovecharla, como muchos productores agrícolas han hecho ya en México, para obtener los beneficios que de ella pueden derivar. Del "manoteyo" y de la corrupción no puede salir nada bueno para México... Magnílocua perorata nos endilgaste, columnista, en defensa de la modernidad. Para poner en práctica tu prédica ¿por qué no pones el ejemplo modernizando los chistes que sueles contar en tu columnejilla? Algunos son de tan venerable antigüedad que están escritos con caracteres jeroglíficos en las pirámides de Egipto. Por ejemplo, el chiste de la muñeca inflable aparece citado en la obra Précis du Systéme Hiéroglyphique des Anciens Égiptiens, de Champollion. Ea, narra una historieta un poco más moderna y luego suspende la escritura, para que se modernice también el periodismo mexicano... Sábado en la noche. Un tipo entra en un bar frecuentado por solteros y pide un par de copas. Se bebe una, y la otra la vacía en su mano derecha. Vuelve a pedir otras dos copas y repite la misma operación: se bebe una, y la otra la derrama en su mano derecha. El cantinero, intrigado, le pregunta: "Oiga, amigo: ¿por qué hace eso?". Explica el solitario individuo: "Estoy tratando de emborrachar a mi pareja amorosa para esta noche"... (No le entendí)... FIN.

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