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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Cornulio llegó a su casa y sorprendió a su esposa entrepiernada con un desconocido. "¡Ah, bribón! -rebufa hecho una furia-. ¡Esto lo va a pagar usted muy caro!". Pregunta el individuo: "¿Más o menos a cómo?"... Don Crésido, hombre rico y sin más heredero que un sobrino, estaba en su lecho de enfermo. Hizo venir al sobrino y le preguntó con feble voz: "¿Hablaste con el doctor, Avidio?". "Sí, tío -responde el interrogado-. Hablé con él". Inquiere don Crésido, lleno de inquietud: "Y ¿te dio alguna esperanza?". "Ninguna, tío -responde con pesaroso acento el tal Avidio-. Me dijo que se va usted a aliviar"... En el bar un parroquiano le invitó una copa a una muchacha, y ella aceptó. Le pregunta él: "¿Te irías conmigo en mi automóvil?". Contesta la chica, sonriendo: "Quizá sí; quizá no". Prosigue el individuo: "¿Te gustaría que fuéramos a un paraje solitario?". Responde la muchacha sin dejar de sonreír: "Quizá sí; quizá no". Inquiere el tipo: "Ya estando ahí ¿me dejarías besarte?". Replica ella, sonriendo también: "Quizá sí; quizá no". Se anima el sujeto, y le pregunta: "Y ¿me dejarías hacerte el amor?". "¡Ah! -exclama alegremente la muchacha-. ¡Por fin llegaste a la pregunta de los 2 mil pesos!"... Se disputaba una partida internacional de ajedrez. Uno de los jugadores se levanta de la silla y empieza a calzarse unas espuelas. El asesor del otro ajedrecista le dice al oído: "Cuidado, Roque: todo indica que va a mover el caballo"... Una mujer decía: "Siempre practiqué la castidad. Sólo entregué mi cuerpo una vez; pero a la fuerza". "Sí -comenta en voz baja otra señora-. A la Fuerza Aérea". (Nota: Y por la edad de la mujer deduzco que debe haber sido al Escuadrón 201)... Un fantasma recorre México: el desánimo. Serán los vientos de febrero; será la recesión de los Estados Unidos; será la inseguridad reinante; el caso es que voy a todas partes, y observo en la República una especie de murria melancólica que nos trae a todos con ánimo abatido. Ante ese congojoso sentimiento yo digo las palabras que en la Edad Media pronunciaban los cansados peregrinos para animarse a continuar el viaje: "Sursum corda!" "¡Arriba corazones!". Tenemos muchos problemas, ciertamente, pero tenemos también la capacidad de resolverlos. Un país como el nuestro siempre será más grande que sus problemas, si me es permitida esa frase hecha, tan deshecha ya a fuerza de repetirse tanto. (También, si me es permitida otra frase hecha, un país como el nuestro siempre será más grande que sus políticos)... Pirulina, muchacha pizpireta, fue a confesarse con el padre Arsilio. "Me acuso, padre -le dice- de que todas las noches cometo pecado de ira". "Feo pecado es ése, hija -la amonesta el bondadoso sacerdote-. La ira no sólo es una mala pasión del alma: es también un pecado capital. Refrena tu cólera y enojo, especialmente por la noche, pues sus efectos perturbarán tu sueño". "Perdone, señor cura -aclara Pirulina-. Me interrumpió usted. Todas las noches cometo pecado de ira: de ir a la cama con Pedro, con Juan, con Luis, etcétera"... Un hombre le contó a su compadre que no lograba excitar el ímpetu amoroso de su esposa. "Haz lo que yo -le recomienda el otro-. Al entrar en la recámara golpeo tres veces el poste de la cama con mi parte viril, y eso suscita los rijos eróticos de mi mujer". Esa misma noche el aconsejado puso en práctica la recomendación: en la oscuridad de la recámara dio los tres golpes indicados. Su esposa, adormilada, le pregunta: "¿Es usted, compadre?"... FIN.

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