Pepito pasó frente al cuarto donde dormía la mucama y la vio frotándose el cuerpo ante al espejo y diciendo con acezosa voz: "¡Quiero un hombre! ¡Quiero un hombre!". Al día siguiente volvió a pasar el niño, y miró a la chica en la cama con un hombre. De inmediato corrió Pepito hacia su cuarto, se puso frente al espejo y comenzó a frotarse el cuerpo al tiempo que decía: "¡Quiero una bicicleta! ¡Quiero una bicicleta!"... Sor Bette, misionera en África, enseñaba la lengua castellana al jefe de los aborígenes. Señaló la monjita un árbol y dijo: "Árbol". Repitió el cacique: "Árbol". Vieron un loro, e indicó sor Bette: "Loro". "Loro" -repitió el jefe. En la playa una pareja estaba haciendo el amor. El salvaje, por señas, le pidió a la religiosa que le dijera cómo se llamaba aquello. Ella, ruborizada, le dijo lo primero que se le ocurrió: "Se llama ‘andar en bicicleta’". Fue el jefe hacia la pareja y le dio al hombre en la cabeza un macanazo tan fuerte que lo despachó al otro mundo. "¿Por qué hiciste eso?" -le pregunta sor Bette con espanto. Explica el jefe: "Él andar en mi bicicleta"... A los partidarios de López Obrador les causa enojo que su líder sea tildado de ser un peligro para México. El mismo López Obrador, sin embargo, se encarga de dar la razón a quienes así lo califican. Los vergonzosos acontecimientos del último domingo demuestran que AMLO ha instaurado en el seno de su propio partido un clima de violencia del cual no escapan ni aun los mismos perredistas. Cuauhtémoc Cárdenas, Ruth Zavaleta, Jesús Ortega, y ahora Carlos Navarrete y Javier González Garza, han sido víctimas de ese ambiente de agresión e intolerancia propiciado por el discurso radical de López Obrador. El movimiento lopezobradorista, en efecto, es un peligro para México porque es un movimiento esencialmente antidemocrático. A la manera del fascismo, se finca en la amenaza y la violencia. Lo insensato de esa postura es que en México se han abierto los cauces de la democracia, como lo prueba el hecho de que el PRD es ahora la segunda fuerza política de la Nación. Por virtud del ejercicio democrático los perredistas gobiernan en varios estados del País, lo mismo que en un buen número de municipalidades, y tienen una alta representación en el Congreso de la Unión y en muchas legislaturas locales. Sus posibilidades de alcanzar la Presidencia de la República en la próxima elección son muchas. Y sin embargo López Obrador cierra ese cauce democrático y sigue abriendo otro de imposición autoritaria. Quien no coincide totalmente con él no sólo se vuelve su enemigo: es también enemigo de la Patria. En vez del razonamiento y la argumentación AMLO usa la diatriba, y aun el insulto y la descalificación, actitud que sus defensores imitan en la corta medida de sus posibilidades. Por eso la corriente de López Obrador es antidemocrática. Sus amenazas de causar daño al País si las instituciones no se sujetan a sus dictados constituyen una acción profundamente reaccionaria que hace retroceder a México en la búsqueda de la democracia, búsqueda tan penosamente iniciada y con tantos tropiezos mantenida. No es cosa fácil calificar a alguien de ser un peligro para el país. En principio suponemos que todo mexicano desea el bien de México. AMLO, sin embargo, da la impresión de buscar su propio bien por encima del bien de la Nación. Quien eso hace cae en la demagogia y en el caudillismo, y ciertamente se vuelve un riesgo para la comunidad. ¿Podrá convencer alguien a López Obrador de que la democracia ofrece ahora posibilidades que la violencia no puede ya ofrecer? En su desesperación ¿ha renunciado a ser un dirigente político capaz de dialogar y establecer acuerdos, para quedar en simple azuzador de muchedumbres? Y una última pregunta: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur?... FIN.
