En esta columnejilla pongo a veces chistes rojos. (Los otros son muy rojos, rojísimos, rojisísimos y rojisisísimos). Cada día suelo narrar uno o dos, de esos cuentos atrevidos. Pues bien: ¡hoy vienen tres! No estoy buscando ningún récord: busco sencillamente aligerar el ánimo de la República, tan ensombrecido estos días por toda suerte de amenazas. ¿Por qué los mexicanos no podemos dirimir nuestras contiendas a través del diálogo, de la razonada exposición de ideas, del debate civilizado, y recurrimos al chantaje, a la violencia, a la ilegítima presión? El uso de la fuerza puede llegar a ser justificado cuando están cerrados todos los caminos para hacer valer la justicia y la razón. Eso no lo digo yo, aunque lo esté diciendo: lo dijo Santo Tomás de Aquino, (a) "El buey dormido", quien habló del derecho que los ciudadanos tienen a resistir la ley injusta, resistencia que puede llegar no sólo hasta la rebeldía, sino aun hasta la rebelión. Sucede, sin embargo, que en México están abiertas las vías institucionales: hay un sistema de partidos, aunque ese sistema resulte para el contribuyente más pesado y costoso que el Solar; el parlamentarismo funciona, siquiera sea entre gritos y entre sombrerazos; el Poder Judicial, con todas sus demoras, sus rémoras y moras, cumple su cometido. No vivimos en la opresión, entonces, como nuestros hermanos de Cuba; ni padecemos una dictadura personalista como la que hay en Venezuela. Por eso concluyo: si alguien dice tener la razón debe ejercerla razonablemente, para que no se vuelva sinrazón. (Anoto ese juego de palabras, no sea que algún día no tenga yo con qué jugar)... Siguen ahora los chascarrillos de subidísimo color que anuncié ut supra. Las personas que no gusten de leer chascarrillos de subidísimo color anunciados ut supra deben saltarse hasta donde dice FIN... Nifu Niffá, hombre común y corriente, fue por primera vez en su vida a una convención. En el periódico vio el anuncio de una chica llamada Pussy Grandboobs que ofrecía masajes integrales. Marcó su número en el teléfono de su habitación. "¿Sí?" -le contestó una cálida voz de mujer. "Hola, preciosa -dice Nifu-. Estoy en el Hotel Usho, y tengo ganas de compañía femenina. No sólo quiero masaje integral: pido servicio completo. Me gustan todas las variantes y perversiones del sexo. Trae contigo todo lo necesario: ropa de cuero y hule; látigos; cadenas; cuerdas para que me ates; juguetes de todas clases; cremas corporales de sabores; todo. En cuestión de sexo no tengo ningún límite. Estoy en la habitacion 2014. Te pagaré lo que sea. ¿Qué tal suena eso?". "Suena bien -le responde la voz femenina-. Pero para hacer llamadas al exterior debe usted marcar el número 9"... Una pareja de mexicanos que vivían en Estados Unidos lograron finalmente obtener la ciudadanía. El hombre, exultante, le dice a la mujer: "¡Ahora somos ciudadanos americanos¡ ¿Sabes tú lo que significa eso?". Responde ella con vindicativo acento: "¡Sí lo sé, machista desgraciado! ¡Significa que hoy en la noche tú vas a lavar los platos, y en la cama yo voy a estar arriba!"... Dos señoras jóvenes, y otra ya no tan joven, hablaban de las costumbres amorosas de sus respectivos maridos. Comenta la primera: "A mi esposo le digo ‘El profesor’: siempre me hace repetir la tarea". Dice la segunda: "A mi marido le digo ‘El inventor’: siempre está inventando cosas nuevas". Dice la señora madura: "A mi esposo yo le digo ‘El cartero’". "¿Por qué?" -preguntan las otras con curiosidad. Responde la señora: "Tarda mucho en hacer las entregas, y siempre se anda equivocando de buzón"... (No le entendí. ¿Es que se iba con otra señora, o qué?)... FIN.