"-¡Pobre don Martiriano! -comentaba su vecino-. Tiene un impedimento de lenguaje". "-¿Qué impedimento es ése?" -pregunta alguien. Responde el vecino: "-Su mujer"... En la agencia de viajes inquiere el maduro caballero: "-¿Cuál es la mejor época para ir a París?". Le informa el encargado: "-Entre los 20 y los 30 años"... En el atestado autobús un atrevido sujeto se acercaba demasiado a una chica de exuberante anatomía. "-¡Oiga! -protesta ella-. ¡Se está usted propasando!”. "-No, mamacita -replica imperturbable el lascivo, concupiscente individuo asomándose por la ventanilla-. Todavía me faltan unas ocho cuadras”... La maestra pide a Pepito que le diga la diferencia entre "miedo” y "pánico”, y que le ponga ejemplos en el uso de esas palabras. Y responde Pepito: "-Miedo le da a mi mamá de que no vaya la criada. Pánico tiene mi papá de que mi mamá lo vaya a sorprender alguna vez con la criada”... La nueva secretaria del maduro ejecutivo lucía un exuberante busto. "-Señorita Galatea -le dice muy serio el señor-. Ha de saber usted que soy alérgico a la lana. No sería tan amable de quitarse el suéter?”... México es el país de los arreglos. Todo se puede arreglar, y por lo mismo todo anda desarreglado. Como no hay reglas todo se arregla. A falta de apego a la ley es posible hacer acomodos para que la ley no nos acarree perjuicios. La vida política de la Nación no se sujeta a derecho, y menos aún obedece al interés de la comunidad: está determinada por los partidos políticos, y se orienta según su conveniencia. Por eso vemos cómo cada día se hacen negociaciones, ya ocultas, ya visibles, sobre cuestiones que ameritarían investigación, como el caso Mouriño; por eso vemos cómo a diario se establecen alianzas, se hacen pactos y se llega a acuerdos que suspenden la aplicación de la ley y hacen prevalecer el beneficio partidista por encima del bien social. Alguien dirá que esto se debe a los acomodos propios de una clase gobernante que apenas está conociendo esa reciente novedad llamada democracia. Pero otros países han estrenado el mismo bien, y en ellos prevaleció el interés nacional sobre las decisiones de partido. España sería un ejemplo de eso. Nosotros, en cambio, hemos hecho del ejercicio democrático un terreno propicio para el establecimiento de cotos de poder y el repartimiento de recursos públicos. Así las cosas, muchos pesimistas miran el panorama desolador de nuestra vida pública y acaban por concluir con ánimo sombrío que estábamos mejor cuando estábamos peor. El poder presidencialista ha sido sustituido por el poder partidista. Lo peor de todo es que en ese torpe juego se va frustrando la esperanza de mirar cambios reales en este pobre país, que tan lejos está de la política y tan cerca de la politiquería... "-Don Poseidón -dice el tímido galán al papá de la muchacha-. Quiero pedirle la mano de Susiflor”. "-¿Sabe usted lo que está haciendo, joven? -pregunta don Poseidón-. ¿Ha visto cómo come Susiflor?”. "-Sí la he visto” -responde el muchacho-. "-¿Pero la ha visto cómo come cuando nadie la ve?” -insiste el severo señor-... "... Un hombre sumamente gordo, corpulento, obeso en grado sumo, estaba entregado a eróticos deliquios con una muchacha de constitución frágil, le pide algo de movilidad, y advierte sorprendido que la chica abría y cerraba los ojos una y otra vez. "-¿Por qué mueves los párpados?" -pregunta con asombro-. "-Es lo único que puedo mover" -responde sofocada la infeliz-... FIN.