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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Doña Tebaida Tridua adelantó sus vacaciones y fue a tomar las aguas en Gogorrón, balneario potosino. El autor de esta columnejilla aprovecha la ausencia de la ilustre presidenta de la Pía Sociedad de Sociedades Pías para contar hoy un chascarrillo que en el Índice de Lecturas Prohibidas aparece con la calificación XXXXXX, reservada a los relatos de más extremada sicalipsis. Ese cuento tiene un título de suyo inverecundo: se llama "El amor no se mide en pulgaradas". Lo encontrarán mis cuatro lectores al final, pues debo reunir todas mis fuerzas para atreverme a publicarlo... En el affaire Mouriño el Presidente Calderón ha actuado conforme al viejo lema autoritario que dice, terminante: "El que manda, manda, y si se equivoca vuelve a mandar". No cabe duda de que el novel secretario de Gobernación ha quedado tocado por el oscuro asunto -demasiado claro- de la doble personalidad con que actuó cuando fue al mismo tiempo representante empresarial y funcionario público capaz de beneficiar a las empresas con las cuales tenía relación. Después de que eso salió a luz la estatura política y moral del joven alfil de Calderón ha quedado severamente reducida. Ahora se duda lo mismo de su capacidad para cumplir las graves responsabilidades de su cargo que de la actitud ética con que las debe conducir. Luego de lo sucedido no parece Mouriño el más indicado para ayudar al Presidente en la tarea de sacar adelante las reformas de todo orden que necesita el País, ni para servir de adecuado interlocutor del Gobierno con una Oposición beligerante que aprovechará su quebradura y consecuente debilitamiento para sacar tajada. Presidentes ha habido que con tal de tener en orden su administración no vacilaron en sacrificar afectos personales. Calderón, a fin de no dar impresión de debilidad ante sus adversarios, debilita su Gobierno. Extraña paradoja es ésa, tan extraña que más bien debería llamarse "parajoda". Quizá este asunto sea para Calderón lo que para Fox fue lo de Atenco. Temo -y espero equivocarme- que con esto que pasó, y por no haber pasado nada, el Presidente pierda autoridad y fuerza. Y ya no digo más, porque estoy muy encaboronado... El juez le dice al acusado: "Al leer su expediente vi la relación de los delitos que usted ha cometido: ‘Asalto bancario; asalto bancario; asalto bancario; violación; violación; violación...’. ¿Cómo explica ese cambio, de asaltante a violador?". "Señor juez -contesta el reo, solemne-. Me di cuenta de que el dinero por sí solo no hace la felicidad"... Viene ahora la reprobable historia que arriba se anunció: "El amor no se mide en pulgaradas". Hago del conocimiento general que el dicho cuento es de color subido, motivo por el cual las personas pudibundas deben suspender ahora mismo la lectura... Tres mexicanos fueron a Las Vegas a jugar. Cansados de perder -y de decir que habían ganado- decidieron ir a una casa de mala nota a desfogar sus rijos de libídine. Al llegar ahí se enteraron de que en ese establecimiento se cobraba según la medida varonil de la clientela, a razón de 100 dólares la pulgarada. Terminada la ocasión los tres amigos intercambiaron información acerca de lo que cada uno había pagado. "Yo -dice el primero, jactancioso- pagué 800 dólares". "Yo -dice el segundo con orgullo- pagué 900". "Pues yo -dice el tercero, ufano-, pagué 200 dólares". "¡200 dólares! -exclaman los amigos con burlona risa-. Se ve que eres escaso de recursos". "No me faltan -replica el otro con gran calma-. Lo que sucede es que fui el más inteligente de los tres: ustedes pagaron a la entrada, y yo a la salida"... (No le entendí)... FIN.

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