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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El padre Arsilio empezó su sermón del domingo: "Este día, hijos -dijo a sus feligreses- voy a hablar de un terrible pecado: el adulterio”. Una señora que estaba en la última fila con su esposo exclamó muy molesta: "¡Ah! ¡Ya me vio el cura!”... El niñito estaba haciendo la tarea mientras su mamá tejía y su papá leía el periódico. "Papi -pregunta el pequeñín- ¿cuál es la capital de Suecia?”. "No sé” -responde el señor. Hace otra pregunta el niño: "¿Cuál es el río más grande de América”. Y vuelve a responder el padre: "No sé”. Pregunta el niño de nuevo: "¿Qué ejemplo podemos poner de paquidermo?”. "Tampoco sé” -repite el genitor. En ese punto interviene la señora: "Hijito -le dice al muchachillo-. Con tantas preguntas que le haces tu papi no puede leer su periódico en paz”. El señor la reprende. "Por Dios, mujer -le dice-; déjalo que pregunte. De otra manera ¿cómo va a aprender?”... Rosibel llegó aquella noche con una luz de alegría en la mirada. "¡Vengo feliz! -le anuncia, extática, a su amiga Susiflor-. Por otros hombres he sentido amistad, afecto, cariño, admiración, y hasta ilusión de amor. Pero con Afrodisio experimento un sentimiento real: ¡deseo!"... Aquel señor quedó contento con el trabajo que en su casa le hizo un jardinero. "Tenga, buen hombre -le dice entregándole unos billetes-. Gásteselos con la señora”. "-Gracias, señor -responde el jardinero-. ¿En qué le gusta gastar a su señora?”... La recién casada despierta a su marido. "¡Clorilio! -le dice-. ¡Hay un ladrón abajo, y se está comiendo las sobras de la cena!”. "Sigue durmiendo -contesta el muchacho-. Ya lo sepultaré mañana”... Se habla mucho del enriquecimiento inexplicable en que muchos políticos incurren. Yo digo que ese enriquecimiento es por demás explicable, pero en fin. Y digo también que México es un caso flagrante de empobrecimiento inexplicable. ¿Por qué somos lo que somos, un país paupérrimo, si nuestro territorio posee vastísimos recursos? Tal se diría que Dios dejó en México todo el tesoro de sus inmensos dones, y sin embargo la inmensa mayoría de los mexicanos viven pobremente. En sonoros endecasílabos Ramón López Velarde amonestó con ternura de hijo a su Suave Patria. Le dijo, contristado: "En piso de metal vives al día, / de milagro, como la lotería". Eso que el poeta jerezano escribió en el año 21 del pasado siglo, es verdad todavía en éste nuestro. Dos cosas nos han faltado, en mi opinión: trabajo y ética. La pereza y la corrupción son grandes males mexicanos. Queremos recibir todo sin dar nada a cambio; y aprovechamos cualquier oportunidad para lograr ventajas indebidas. Ningún país puede prosperar sobre bases tan carentes de consistencia, tan apartadas de lo que se llama "el bien". Sólo a través de la educación se podría corregir esa viciosa situación. Pero ya sabemos cómo anda la educación en México. Hemos de concluir, por tanto, que en esto de la justicia social, como en muchas otras cosas, estamos ligeramente jodidísimos... Llega un señor a confesarse. "Padre -le dice al confesor-, pequé tres veces". "Tus pecados te son perdonados, hijo -le dice el sacerdote-. Deja 10 pesos de limosna y vete en paz”. Llega una viejita. "Pequé tres veces, padre”. "El Señor te perdona, hija -le dice el señor cura-. Deja 10 pesos de limosna y vete en paz”. Llega una muchacha muy guapa: "Pequé dos veces, padre” -dice. Le dice el sacristán, que andaba por ahí cerca: "Ve a pecar otra vez, linda. El señor cura está en oferta: tres pecados por 10 pesos!”... Definición de moda: "Lo que pasa de moda”... Aquel sujeto enfermó de un raro padecimiento viral. Los médicos determinaron que sólo un antivirus contenido en la leche materna le podía salvar la vida. Una enfermera que estaba en periodo de lactancia se ofreció a aportar la medicina, la cual debía administrarse en forma natural. Estaba tomando su medicamento el paciente, y lo hacía en modo tan fruitivo y entusiasta que suscitó impulsos de sensualidad en la enfermera. La excitada mujer le pregunta con sugestiva voz al tipo: "¿Le gustaría algo más aparte de esto?". "Claro que sí -responde éste-. ¿Tendrás unas galletitas?"... FIN.

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