Rosibel se casó con Eddy Sohn porque era un joven científico de mucho mérito: había inventado una fórmula para desaparecer objetos, y seguramente eso lo haría uno de los hombres más ricos del planeta. La noche de bodas Eddy se presentó al natural ante su mujercita. Lo mira Rosibel y exclama llena de aflicción: “¡Ay, Eddy! ¿Te cayó ahí la fórmula?”... Aquella guapa chica subió al atestado autobús de pasajeros. Nadie se levantó a ofrecerle el asiento. Un caballero de madura edad le dice cortésmente: “Señorita: soy demasiado viejo para viajar de pie. Pero también mi avanzada edad me autoriza a hacerle un ofrecimiento: si quiere puede sentarse en mi regazo”. La muchacha, cansada, aceptó el ofrecimiento. Pero los saltos y giros del autobús hacían que el grácil cuerpo de la muchacha se moviera sobre el regazo del veterano. Y le dice éste a la muchacha, lleno de apuro y pena: “Lo siento, señorita: uno de nosotros dos tendrá qué levantarse. No soy tan viejo como creía”... La temporada de vacaciones puso de manifiesto un hecho lamentable: algunas playas de México están de tal manera contaminadas que es peligroso su uso para fines recreativos. Sucede que en algunas de ellas se descargan en el mar las aguas negras de la población, y todos los desechos que se tiran en los arroyos comarcanos van a dar igualmente ahí. Es una pena ver en esas playas, que figuran entre las más bellas del mundo, toda suerte de suciedad, basura y desperdicios. El turismo es fuente muy importante de divisas, pero no estamos cuidando los atractivos naturales que tenemos; antes bien atentamos en mil maneras contra ellos. Los habitantes de los centros turísticos viven básicamente de lo que los visitantes dejan. Deberían ser ellos, entonces, los primeros en preocuparse por las condiciones sanitarias de los sitios de donde obtienen sus ingresos. Cuidemos de la naturaleza, y ella cuidará de nosotros. Si la dañamos, a nosotros mismos nos estamos haciendo daño... Le comenta alguien a un señor: “Veo que su esposa es bastante más alta que usted, caballero. ¿Cuántos centímetros le saca?”. Responde él: “Somos de la misma estatura, pero cuando se pone la faja crece medio metro”... El ginecólogo le informa a la nerviosa chica: “Está usted embarazada”. “¡No es posible! -niega ella-. Tengo novio, pero lo único que hemos hecho es platicar”. Responde el facultativo: “Pues seguramente él le dijo una frase muy penetrante”... Un individuo llegó a la casa de un amigo suyo. Le dice a su esposa: “Leovigildo no está ¿verdad?”. “Así es -responde ella-. Salió y no ha regresado”. “Muy bien -declara el tipo. Ahora que estamos solos quiero decirte que me gustas mucho, y que pagaría mil pesos por un rato de placer contigo”. “¡Bribón infame! -exclama indignada la señora. ¡Quítate inmediatamente de mi vista!”. “Espera -dice el tipo sin inmutarse-. Ofrezco entonces 5 mil pesos”. “No deberías proponerme algo como eso -vuelve a decir ella-. Retírate por favor”. “Diez mil pesos” -insiste el individuo-. “Eso no estaría bien -dice ya un poco vacilante la mujer. Entonces 25 mil”. Ella pensó en todo lo que podía comprarse con esa cantidad, y finalmente accedió al trato, que se consumó a satisfacción del visitante, que pagó en efectivo la suma convenida. Por la noche llegó el marido. Le dice a su esposa “¿Estuvo aquí Capronio, mi amigo?”. “Sí, -responde ella algo nerviosa-. Vino esta tarde”. Pregunta él: “¿Y te dejó los 25 mil pesos que me debía?”... Eran las 12 de la noche cuando el sujeto que estaba en la cantina llamó por teléfono a su casa. “Ya voy, vieja -le avisa a su señora-. Nada más me echo el último trago”. Dice la mujer: “Tienes tiempo de echarte otro, mi amor”. “No, -contesta el individuo, extrañado por esa respuesta cariñosa-. Te digo que ya voy”. Replica la señora: “A ti no te estoy diciendo”... FIN.