Dulcilí, muchacha ingenua, le dice al rijoso galán que la asediaba: "Desespere usted, Pitoncio: nunca podrá llegar a mi corazón”. "Le aseguro, Dulcilí -responde el salaz tipo- que no es mi intención llegar tan arriba”... La señora Madana subió a pesarse en la báscula del baño. Desde la cama le pregunta su marido: "¿Quién dijo: ‘¡Ah caón!’? ¿Tú o la báscula?”... "A ver, Pepito -pregunta la maestra del jardín de niños-. ¿Cómo se llama el esposo de la vaca?”. "Buey” -responde sin vacilar el tremendo infante-. "-No -lo corrige la maestra-. El esposo de la vaca se llama toro”. "-Perdone, maestra -se disculpa Pepito-. Yo pensaba que el toro era el amante”... Dice un proverbio campirano: “Con dinero, agua y tractor cualquier pendejo es agricultor”. Yo, que no soy ajeno a la tierra -de ella estoy hecho-, me atrevería quitar lo del dinero y el tractor, y dejaría sólo el agua como elemento primordial de las tareas agrícolas. Por eso San Isidro Labrador es el santo patrono de los agricultores, porque es el aquel que manda el agua sobre las tierras en secano. Cuando llueve en el rancho del Potrero me dice con su ancha sonrisa don Abundio: “Están lloviendo centavitos, licenciado”. Todos los problemas que tiene el hombre del campo son solubles en agua. A veces el cielo se muestra avaro y regatea la lluvia. Entonces se abate el ánimo del campesino, pues sabe que del agua depende para ganar la vida; para ganarle a la vida, que tan enemiga es a veces de aquellos que de la tierra han de sacar el pan. Los esfuerzos oficiales deberían encaminarse a ayudar a los agricultores ahí donde se abaten las sequías. En esas circunstancias un apoyo oportuno puede alejar del hambre a muchos hogares campesinos... Al principiar la reunión de estudios bíblicos el conductor pidió a los participantes que se presentaran a sí mismos. "Me llamo Elías -dijo uno-, pero no tengo nada de profeta”. Dice otro: "Mi nombre es Noé, pero no tengo nada de patriarca”. Se presenta un tercero: "Yo me llamo Pedro, pero no tengo nada de apóstol”. Le toca el turno a una chica. "Me llamo María -dice-. Pero no tengo nada que decir”... Don Astasio entró en su recámara y sorprendió a su mujer en brazos de un desconocido. Ella se azora toda y empieza a decir llena de confusión: "Yo... Tú... Él... Nosotros...”. "-Facilisa -la interrumpe don Astasio con severidad-. Primero explícame esto; la conjugación del verbo podrás practicarla después”... El borracho del pueblo iba dando traspiés por la calle. “Mira cómo vienes, Astatrasio -le dice el policía-. Voy a detenerte”. “Gracias, manito- le dice conmovido el borrachito-. Si no me detienes me voy a caer”... La señora visitó al odontólogo. El médico procedió a examinarla, así de pie, como estaba ella. Le pide: “Abra la boca por favor, señora”. La señora obedece. Y dice el médico: “No la abra tanto. Está saliendo luz por el otro lado”... Don Algón trataba en vano de seducir a la joven secretaria. Un día le mandó un recadito escrito en clave: “CPK o CCK”. Le dice el mensajero: “Don Algón quiere que le diga si el recado tiene contestación”. “Sí la tiene -responde la muchacha devolviéndole el recado-. Dile que lea estas mismas letras, pero de derecha a izquierda”... Aquellos casados sostenían su enésima riña conyugal. Le dice ella a él, con acrimonia: “¡Tú te casaste conmigo únicamente por una cosa!”. “¡Por favor! -ruega él, gemebundo-. ¡Dime qué cosa era!”... El médico le dice a su paciente, señor de edad madura: “Le recomendaría que usara condones marca Voyovienes, don Vetulio, pero otros pacientes me han dicho que el material de que están hechos esos preservativos produce inflamación”. Pregunta el añoso caballero: “Y ¿cuál es el problema, doctor?”... FIN