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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El inocente niño le pregunta a su papá: "Papi: ¿por qué cuando mi mami y tú están acostados oigo que la cama hace: ‘Chirrín chirrín; chirrín chirrín’?”. La señora se azora, y el señor se turba. Para ganar tiempo y pensar alguna contestación plausible le pregunta a su hijo: "¿Para qué quieres saber por qué la cama hace: ‘Chirrín chirrín?”‘. Contesta la inocente criatura: "Porque cuando tú no estás, y está el vecino, en vez de que la cama haga: ‘Chirrín chirrín; chirrín chirrín’, hace: ‘¡Cuaz! ¡Whom! ¡Zas! ¡Bof! ¡Paf! y ¡Bonk!”... La señorita Peripalda, catequista, hacía preguntas a los niños del catecismo sobre temas de Historia Sagrada. "A ver, niños -les pregunta-. ¿Cómo se llama el pecado que cometieron Adán y Eva?”. Ningún niño levantó la mano para contestar. "Les voy a ayudar -ofrece la señorita Peripalda-. El pecado que cometieron nuestros primeros padre se llama pecado ori... pecado ori... ori...”. "¡Pecado horizontal” -prorrumpe triunfalmente Pepito... Doña Jodoncia iba por la calle cuando escuchó la conversación de dos señores. Uno de ellos tenía una prominente panza. Le pregunta el otro: "¿Qué estás haciendo?”. Responde el de la panza: "Estoy esperando unos cuates”. "¿Cuates? -se burla doña Jodoncia mirándole la panza-. ¡Serán triates!”... Sufricia llegó a su casa y sorprendió a Cinicio, su inmoral marido, en torpe deliquio de amor adulterino con una maturranga. "¿Quién es esa vieja?” -prorrumpe poseída por explicable indignación. "-¿Cuál vieja?” -pregunta el tal Cinicio, imperturbable. "¿Cómo cuál? -exclama la pobre Martiriana-. ¡Esa que está acostada en la cama al lado tuyo!”. Cinicio hace como que mira a todos lados. "No veo a nadie -dice sin perder la cachaza-. Aquí no hay ninguna vieja a más de ti”. "¡Eres un descarado! -estalla Martiriana-. ¡Pero si la estoy viendo con mis propios ojos!”. "Eso es lo que no me gusta de ti, mujer -se queja Cinicio con tono de ofendido-. Les crees más a tus propios ojos que a mí”... Don Geroncio, anciano señor de 90 años, estaba en su cama cuando entraron sus hijos con un sacerdote. "Aquí está el padre, papá” -le dice el mayor de ellos. "¿Cuál padre?” -pregunta el buen señor. "El que usted pidió” -se desconcierta el hijo. "Yo no pedí ningún padre” -declara el senil caballero. "Acuérdese, papá -insiste aquél-. Usted nos pidió que le trajéramos a su cama algún buen padre”. "¡Sordos indejos! -se enoja don Geroncio-. ¡Yo les pedí que me trajeran a la cama algo bien padre!”... Doña Althornia visitaba a Gorgolota, nueva rica. Llevó consigo a su perrita, una finísima pekinesa. Dice al tiempo que la acariciaba: "Mi perrita tiene mucho pedigree”. "Sí, pobrecita -responde Gorgolota con ternura-. Ya le he oído varios”... La esposa de Babalucas le informa: "Le dije a ese tipo que no estás, que saliste de viaje; pero no me cree”. "Vaya -suspira Babalucas-. Pásalo, a ver si yo lo puedo convencer”... Sor Bette, religiosa ya anciana, era muy terca, y le gustaba hacer su santa voluntad. Aquel día se efectuaba el rezo del oficio, y todas las monjitas debían estar de rodillas. Ella permaneció de pie. "Hínquese, madre” -le dice por lo bajo una de las hermanas. Ella siguió de pie. "Madre, hínquese” -repite con énfasis mayor la religiosa. Sor Bette no se movió. "¡Hincada, madre!” -se enoja la monja. Y replica Sor Bette: "Así con maldiciones menos me hinco”... FIN.

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