¿Qué semejanza encuentran los adolescentes entre los juegos de video y la revista “Playboy”? Ambos favorecen la coordinación entre los ojos y la mano... Mi padre, que de Dios goce, no iba al cine. Decía: “Duermo mejor en mi cama”. Una vez, sin embargo, vio el anuncio de una película y me pidió que lo llevara a verla. Era “Ben-Hur”, con Charlton Heston. Al terminar la función le pregunté qué le había parecido el film. “Muy bueno -reconoció-. Mejor que la última película que vi”. “¿Cuál fue?” -quise saber. Me respondió: “‘Ben-Hur’, con Ramón Novarro”. Entre esas dos películas median tres décadas y más. La primera es de 1927; de 1959 la segunda. Charlton Heston murió hace unos días. Sus últimos años fueron muy difíciles. Estrella de Hollywood, ganador del Oscar, cuando pasó de moda el cine épico no pudo adaptarse a lo que vino luego. Le daban papeles de galán romántico y en ellos se veía acartonado, rígido: seguía siendo Moisés, el Cid o Miguel Ángel. Conservador a ultranza en materia de política, se convirtió en vocero de la National Rifle Association y defendió en todos los foros el pretendido derecho de los americanos a poseer armas de fuego. Eso le enajenó la simpatía de gran parte de sus antiguos seguidores. La NRA, en efecto, es una poderosa agrupación que gasta miles de millones de dólares y emplea medios a veces poco honestos para lograr que nadie ponga obstáculos a la fabricación y venta de armas, lo mismo que a su uso y posesión. Como resultado de eso, Estados Unidos es el país que más alto índice tiene de violencia armada. Una estadística reciente mostró que el 86 por ciento de las muertes por arma de fuego entre menores de 15 años en el mundo se registra en ese país. Heston, defensor a sueldo de la NRA, solía aducir que si se reglamentaba la posesión y uso de armas de fuego los ciudadanos quedarían inermes ante los delincuentes. El alegato habría sonado razonable si no es porque más de la mitad de las muertes con rifle o pistola que suceden cada año en el país del Norte son por suicidio o accidentales. El fallecimiento de Charlton Heston nos contrista a quienes vimos en nuestra juventud las grandes producciones que protagonizó, pero el recuerdo del actor queda ensombrecido por la defensa que hizo de los traficantes de armas. Un artista ha de proclamar el carácter sagrado de la vida y no dar voz a los portadores de la muerte... ¡Vaya dramático final! ¡Ni la carrera de “Ben-Hur” se le compara! Atemperémoslo con el relato de algunos lenes chascarrillos... Dos ancianos platicaba en el parque. “Debo irme -dice uno-. Es la hora en que le hago el amor a mi mujer”. “¡Oye! -se asombra el otro-. Los dos vamos a cumplir ya 90 años. ¿Cómo le haces para tener sexo”?. Responde el primero: “Acostumbro comer pan de centeno. Eso me pone en condiciones de cumplir”. De inmediato el otro viejecito se dirigió a una panadería y le pidió a la dependienta 50 piezas de pan de centeno. Pregunta la muchacha: ¿“Es para alguna fiesta”?. “No -responde el veterano-. Lo quiero para mí solo”. Le advierte la chica: “Se le va a endurecer ¿eh?”. Y exclama con enojo el veterano:¡ “Carajo! ¿Cómo es que todo el mundo sabe eso, menos yo”?... Los nacidos en Escocia, ya se sabe, son muy ahorrativos. Un soldado escocés entró en una farmacia de Glasgow y le mostró al farmacéutico un condón que evidentemente había sido muy usado, lleno de rasgaduras, desgastado. Le preguntó: ¿“Cuánto costaría reparar este condón”? Responde el farmacéutico: “Por una reparación así se cobran 26 centavos. Le convendría más comprar un condón nuevo, que vale 29 centavos”? El soldado se rasca la cabeza. “Caramba -dice vacilante-. Es una decisión difícil. Después vuelvo”. Sale de la farmacia y en efecto, regresa en un par de horas. Le dice al farmacéutico al tiempo que le entregaba 29 centavos: “El regimiento votó por el condón nuevo”... FIN.
