“-Quítate ese sombrero de palma y esos huaraches -le exige la gallinita al gallo-. No voy a andar por ahí poniendo huevos rancheros”... Aquella mujer que tenía 10 hijos y estaba en espera de uno más, discutía con su marido. Le dice éste: “-Yo jamás te prometí que te tendría bien alimentada, Martiriana. Lo que te dije fue que siempre te tendría con la barriga llena”... El mesero del elegante restaurante sirve los panecillos con una pequeñas pinzas de metal. “-Da gusto ver esa limpieza” -lo felicita el cliente-. -”Gracias, señor -responde el camarero-. La gerencia nos tiene prohibido tocar las cosas con los dedos”. “-¿Y cuando van al pipisrúm?” -inquiere por broma el caballero. “-No sé los demás -explica el mozo-. Yo uso las pincitas”... Dice mi amigo Jaime Villalobos que la familia Sauza, precursora de la industria tequilera, “escribió con agave en el mundo el nombre de Jalisco”. Acaba él de sacar a la luz una obra acerca de esa noble familia jalisciense. Hay libros que son en sí mismos un objeto de arte. Si a su belleza de cuerpo añaden el espíritu de una amorosa tarea histórica y de un acabalado oficio literario, entonces esos libros se vuelven joyas que ornan la más bien adornada biblioteca. A tal especie de libros pertenece el que escribió mi amigo. En él se contiene todo el saber que Jaime ha acumulado a lo largo de los años sobre esa bebida recia y sápida, el tequila, gloria de México y sello de lo mexicano. En medio de tantos signos ominosos, cuando la cotidiana realidad nos ensombrece el ánimo y sentimos desesperanza por la forma cómo las cosas van en el país, es alentador dar testimonio de que las raíces de lo nacional se mantienen intactas y que hay quienes nos hacen recordar los motivos de orgullo que tenemos. Esa labor de fe y de amor a lo nuestro se cumple en las páginas de esta obra. Antes de poner el libro de Jaime junto a los mejores que poseo -y que me poseen- lo he colocado sobre la mesa de la sala donde recibo a mis amigos. Lo he puesto ahí, como decían los romanos, ad pompam et ostentationem, a modo de ostentación y pompa, porque un libro así es para presumirlo y hacer alarde de él. Hermosamente escrito, e ilustrado con elegancia, lo hojeo y lo ojeo como quien goza un yantar deleitoso y aprendo en él cosas que no sabía, todas de mucho contento y enseñanza. En fecha próxima se presentará ese libro. Le pido a Jaime que, por favor, me avise de la fecha, porque estaré en primera fila disfrutando de su palabra hablada igual que ahora estoy gozando de las palabras que escribió en “Sauza, linaje y leyenda. Una familia que creó una industria para siempre”. Enhorabuena... Una destacada feminista daba su conferencia en un simposium internacional sobre sexualidad. “-Se ha demostrado -afirma- que sólo una pequeña diferencia distingue al hombre de la mujer”. Levanta la mano un argentino. “-Perdona, pebeta -dice-. En mi caso la diferencia no es nada pequeña”...Un muchacho invitó a su novia a comer en restaurante. Pregunta el joven al mesero: “-¿Es pura esta agua?”. “-Purísima, caballero -responde el hombre-. Tan pura como su novia”. Tras una pausa pide el galancete: “-Entonces tráigame un refresco embotellado”... Bustolina Granderriére, vedette de moda, anunció a sus amigas que iba a trabajar como secretaria y acompañante personal de un productor norteamericano de cine. “-¿Cómo conseguiste ese trabajo?” -se asombra una de sus compañeras-. No hablas inglés”. “-No, -reconoce Bustolina-. Pero abro ingles”... (No le entendí)...
