Un individuo pescó una infección tremenda en su parte de varón. El médico le dijo que tendría que operar para amputársela. Desolado, el tipo buscó una segunda opinión. El otro médico lo examina y dice luego: "Le tengo dos noticias: una buena y otra mala". "¿Cuál es la buena?" -pregunta el sujeto, esperanzado. Responde el facultativo: "No tendremos que operar para amputarle su parte". "¡Fantástico, doctor! -se alegra el hombre-. Y ¿cuál es la mala noticia?". Le informa el médico: "No tendremos que operar porque su parte se me quedó en la mano"... Hay quienes consideran ligeramente hiperbólica la expresión según la cual Saltillo, mi ciudad, es "La Atenas de México". No sé si haya exageración en esa frase; lo que sí sé es que hace un año estuve en la capital de Grecia, y ahí miré un letrero que decía: "Atenas: el Saltillo de Europa". En efecto, Saltillo no sólo es la ciudad más antigua del norte mexicano: es también una de las que tiene mayor fama por la prosapia y calidad de sus escuelas. Hablar del glorioso Ateneo Fuente, de la Benemérita Escuela Normal, de la prestigiada Universidad Autónoma Agraria "Antonio Narro", del Tecnológico de Saltillo, que tantos y tan buenos frutos ha rendido, es hablar de una rica veta de cultura, a la que se añade la labor de innumerables hombres y mujeres que en el campo de las letras y las artes han dado lustre a su solar nativo. Ayer el Gobernador de Coahuila, profesor Humberto Moreira Valdés, anunció la creación de una serie de museos en los cuales se recogerá esa herencia de cultura, y la historia política y social de Saltillo y de los coahuilenses. Yo siempre ando a medio camino entre la heterodoxia que aprendí en el Ateneo, colegio de raíces liberales, y el sentido del orden y la disciplina que recibí de la Normal. Por una parte, creo que es mentirosa aquella frase tan sobada según la cual "la Historia es la maestra de la vida". Eso no es cierto. Lo único que aprendemos de la Historia es que de la Historia no aprendemos nada. Basta ver cómo anda el mundo para certificar la validez de esa aserción. Pero pienso también que aquél que no estudia la Historia reprobará el examen. Quiero decir que no sabrá de dónde viene, y entonces mal podrá saber a dónde va. Así como en la Biología no existe la generación espontánea, tampoco la hay en lo social. Los museos anunciados por el Gobernador Moreira ayudarán a las generaciones nuevas a conocer su origen y su entorno. Cumplirán por lo tanto esos museos una importante labor educativa. Hay gobernantes que miran la cultura como superfluidad innecesaria. Pero Moreira es profesor normalista, y la enseñanza es tradición en su familia. Qué bueno que a su obra de gobierno añada la tarea del maestro. Yo, cronista enamorado de mi ciudad y de Coahuila, iré a esos museos. En ellos hallaré muchas cosas. En ellos, entre otras muchas cosas, me hallaré... Pepito lloraba desconsoladamente: su tortuguita había muerto. "No llores, hijito -trata de consolarlo su mamá-. Te llevaré al centro comercial; comeremos pizza, y de postre un helado de tres bolas; escogerás un juguete que te guste; después iremos a ver una película, y ahí te compraré un chocolate, un refresco y una cubeta grande de palomitas. ¿Qué te parece? Pero... ¡mira! ¡La tortuguita no murió! ¡Se mueve! ¡Estaba dormida nada más!". Pregunta Pepito: "¿Puedo matarla?"... Llegó una mujer a una farmacia y le preguntó al farmacéutico si podía enseñarle una pastilla de Viagra. "Desde luego que sí" -responde el encargado. Pregunta ella: "¿Realmente funciona?". "Claro que funciona" -manifiesta el tipo. Pide la señora: "¿Podría ponerla sobre el mostrador?". Contesta el farmacéutico: "Para eso tendría que tomarme tres"... (No le entendí)... FIN.