Llegó una mujer a la demarcación de policía y le dijo al oficial de guardia: "Fui molestada sexualmente por un individuo de la era moderna". Pregunta el oficial: "¿Por qué dice usted que el individuo es de la era moderna?". Responde la mujer: "Porque todo lo hizo digitalmente"... México no puede vivir de mitos. Pero tampoco puede vivir de timos. Explicaré luego esa frase, merecedora de ser inscrita en bronce eterno o mármol duradero. Antes daré a mis cuatro lectores dos noticias; una mala y una buena. La mala es que el abominable cuento llamado "El crucigrama" no aparecerá, como se había anunciado, este próximo viernes. Doña Tebaida Tridua, Presidenta (legítima) de la Pía Sociedad de Sociedades Pías, amenazó con tomar esta columna y clausurarla si no se abre un debate que termine -según dijo en su proclama- "ad kalendas graecas". Esta irónica frase sirve para designar un tiempo que nunca llegará. Se explica porque en el calendario griego no había calendas; sólo las tenía el romano, en el cual se llamaba "calenda" al primer día de cada mes. La posición de doña Tebaida (ella preferiría el uso del término "actitud", pues la palabra "posición" le suena inmoral), con todo y ser ridícula, me obliga a postergar la publicación de ese execrable chascarrillo. Ésa es la mala noticia. La buena es ésta: para que la libertad de expresión sea expresamente libre debe expresarse libremente. (Keister Kazoo; "Hacia un concepto obligatorio de la libertad"; The Scrawl Press; 2004). En los términos de esa aseveración el relato mencionado aparecerá cualquier día de la semana siguiente. Y no me importan los calificativos que me endilgue la señora Tridua: también don Miguel Hidalgo y Costilla y don Francisco I. Madero y Gante fueron llamados "locos", y ahora tienen bastantes calles con su nombre. Esperen mis cuatro lectores, pues, la aparición de "El crucigrama", la historieta de más subido color de cuantas han salido en esta columneja... México no puede vivir de mitos. "El petróleo es nuestro". Muy bien, pero ¿cómo puede ser nuestro si no lo podemos sacar? Tampoco pueden ya durar los timos que han hecho de este país el reino de los negocios fraudulentos, de la corrupción generalizada, del enriquecimiento hasta la sexta y séptima generaciones. Estamos, pues, los mexicanos entre las violencias de López Obrador y la sospecha de manipuleos oficiales que por medio de un albazo legislativo habrían buscado la rápida e inconsulta aprobación de una reforma no bien conocida, y menos aún bien discutida. En ninguna de esas dos partes, Gobierno y Oposición, se advierte ahora buena fe y altitud de miras. La administración federal, con ayuda de sus aliados políticos, el PRI y el PAN, tratará de sacar adelante la reforma a como dé lugar. Por su parte, el bando que acaudilla AMLO buscará echar abajo a toda costa -y costo- tal reforma, sea ésta cual fuere. Y mientras tanto México seguirá como ahora lo vemos: estancado. Todo por falta de honestidad política en los protagonistas de nuestra vida pública. ¡Caray, cómo hace falta que nuestros políticos tomen un curso de Ética, aunque sea por correspondencia!... Esta última frase, columnista, me causó un repelús que me bajó desde la nuca hasta no quiero decir dónde. Lo aliviaré con el relato de un cuentecillo final... Un tipo estaba desahogando una necesidad menor en el baño de la cantina. A su lado un enanito que hacía lo mismo fijó la mirada en las partes pudendas del sujeto. "No se inquiete, amigo -le dice el chaparrito-. Soy médico, y observé que tiene usted una ligera inflamación en los testículos. A lo mejor no es nada serio, pero preferiría examinar sus partes más de cerca. ¿Me lo permite?". El hombre, nerviosamente, aceptó. El enanito procedió entonces a traer una escalera, subió a ella y tomó con fuerza en su mano la doble parte del sujeto. "¡Ahora sí! -dijo con tono amenazante-. ¡Entrégueme la cartera o salto!"...