Torreón Calidad del aire Peregrinaciones Tránsito y Vialidad

DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando camorra

Pirulina, la muchacha más ligera del pueblo, sintió que la luz de la fe le iluminaba el alma. Fue con el padre Arsilio y le pidió que la admitiera en la iglesia. “Quiero ser bautizada -le dijo- igual que esos bebés sobre cuyas inocentes cabecitas derrama usted las aguas lustrales del bautismo”. “Contigo no serán suficientes esas aguas, hija mía -le informa el bondadoso sacerdote-. A ti voy a tener que ponerte en remojo toda la noche”... El subastador dio un golpe de martillo y anunció: “El alfiler en cuya cabeza está grabada la Declaración de Independencia, alfiler que nos hizo favor de tener en su mano la señorita Granderriére, se entregará al joven caballero de la camisa roja, que fue quien ofreció el mayor precio”. “¿Cuál alfiler? -pregunta estupefacto el joven-. ¡Lo que yo estaba ofreciendo era por la señorita Granderriére!”... Decía don Martiriano: “Mi esposa es una perfecta representante del sexo opuesto. Siempre se opone”... El señor Goreto fue a consultar al médico. “Continuamente me duele la cabeza” -se quejó. “¿A qué atribuye usted tal cefalalgia o hemicrania?” -pregunta el facultativo, cuyos honorarios crecían en proporción directa a la terminología médica que usaba. “No sé -responde el paciente-. Pero jamás se me quita esta jaqueca”. Dice el galeno: “Su migraña puede ser simpaticotónica o espástica, angioparalítica u oftalmopléjica (el médico acentuó el tono al decir “u”). Permítame hacerle unas preguntas. ¿Bebe usted? ¿Se desvela? ¿Anda con mujeres?”. “Me está usted ofendiendo, doctor -protesta el hombre irguiendo la estatura-. Mi vida es un espejo de acrisolada honestidad. Soy abstemio; temperante; casto; continente más que cualquiera de los otros cinco; virtuoso y moderado. No tengo ningún vicio; huyo con gran prudencia del pecado; jamás caigo en ninguna tentación”. “Ah -dice en ese punto el médico-. Entonces ya sé por qué le duele la cabeza”. “¿Por qué? -pregunta ansiosamente el individuo. Y responde el doctor: “Le ha de apretar la aureola”... Casandra es un doloroso personaje de la mitología griega. Apolo se enamoró de ella y le otorgó el don de la profecía, pero como Casandra no quiso darle aquellito que les platiqué, el dios, enfurecido, la hizo predecir sólo desgracias. Con eso Casandra se hizo odiosa. Yo no quiero hacer el papel de Casandra, no sea que regrese Apolo e insista en sus desatentadas pretensiones. Temo, sin embargo, que aciagos tiempos vengan sobre la República. El debate sobre el petróleo no puede traer consigo nada bueno. Es imposible hallar a ese problema una solución que a todos satisfaga. Si la cuestión tuviera nada más carácter técnico podría resolverse sin dificultad. Pero hay en ella erizadas aristas de política y eso complica el asunto en tal manera que bien podrían las cosas traer consigo el mal de la violencia. Ojalá este omino augurio no sea como las fatalistas predicciones de Casandra, que siempre se cumplían. No hay peor profeta que aquél cuyas profecías se cumplen... Conversaban cuatro madres judías. Dice una con orgullo: “Mi hijo es médico”. Declara con igual ufanía la segunda: “Mi hijo es abogado”. Manifiesta la tercera, igualmente orgullosa: “Mi hijo es arquitecto”. Dice la cuarta: “Mi hijo es rabino”. “¿Rabino? -exclama una de las señoras frunciendo el entrecejo-. ¿Qué clase de profesión es ésa para un muchacho judío?”... Doña Gorgolota, nueva rica, recibió el encargo de tomarle la temperatura rectal a su marido, que estaba algo maluco. “¿Cómo se hace eso?” -le pregunta al médico. Le indica éste: “Póngale el termómetro en el esfínter posterior”. Llegado el momento de ponerle el termómetro le dice doña Gorgolota a su esposo: “Te estás moviendo mucho, Macedonio y no puedo encontrar ese famoso esfínter ése. No vaya yo a ponerte el termómetro ya sabes dónde”... FIN

Leer más de Torreón

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Torreón

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 348420

elsiglo.mx