Un solitario tipo bebía en el bar su copa, tribulado. El cantinero le pregunta: "¿Qué le sucede, amigo? ¿Por qué se ve tan triste?". Responde el individuo: "Llegué a la puerta de mi casa, la abrí y miré a mi esposa cubierta sólo con un vaporoso negligé que dejaba ver su cuerpo en plena desnudez". "¿Y eso lo pone triste? -se asombra el cantinero-. ¡Debe sentirse afortunado de que su esposa lo reciba así!". "No me estaba recibiendo -contesta, hosco, el sujeto-. Llegaba de la calle"... Don Picio leía el periódico de la mañana. Ahí vio la noticia de que una bella y talentosa actriz se iba a casar con un fortachón de aspecto simiesco, incapaz de articular tres palabras seguidas. "¡Carajo! -exclama con disgusto-. ¡No me explico por qué las mujeres más guapas y más inteligentes se casan con los hombres más feos y más indejos!". Contesta la esposa de don Picio: "¡Ay, qué bonito piropo me dijiste, viejo!"... El viernes próximo saldrá aquí un chiste propio de golfantes. Se llama "El crucigrama", y ha sido calificado con los peores adjetivos -"execrable, vitando, abominable, nefando y detestable"- lo mismo por la Liga de la Decencia que por la Pía Sociedad de Sociedades Pías. El reverendo Luterio Calvínez, pastor de la iglesia "Portal del Reino@.com", dijo en su sermón del último domingo que la aparición de un cuento así "es evidente seña de que el fin de los tiempos se aproxima". Lean mis cuatro lectores el supradicho cuento; mediten en la severa admonición de don Luterio y hagan una buena provisión de botellines de agua y latas de conservas, no sea que el final de los tiempos nos llegue antes de tiempo... Nuestro orgullo de ser mexicanos es sometido a veces a muy duras pruebas. En estos días la vida política de México se mira sobajada, reducida a su mínima expresión. La conducta que han observado muchos perredistas en el curso de la elección de dirigente nacional de su partido debería ser para ellos motivo de vergüenza. Parece ser, sin embargo, que la vergüenza no cabe junto al cinismo, la corrupción y la desfachatez. Si es cierto eso de que los países tienen los políticos que se merecen, entonces el nuestro no tiene ningún merecimiento, pues en casos como ése de la elección del PRD no hay nada de política, y sí mucho de politiquería. En efecto, no son políticos quienes en esos manipuleos andan, sino politicastros, y quizá tampoco eso, porque ni aun a politicastros llegan quienes medran sabrosamente a costa del erario y no dan a cambio otra cosa que violencias, escándalos y groseros enfrentamientos por la disputa del poder. Mal comienza nuestra incipiente vida democrática con ésos que se dicen representantes de la izquierda y son en verdad representación de lo más bajuno de la naturaleza humana... Muy dura, columnista, sonó la última frase de tu peroración. ¿Quién eres tú para tildar así a tu prójimo y exponerlo al desprecio de la gente, igual que antes hacían los poderosos cuando ponían a alguien en la picota? No te sientas dueño de la verdad y la virtud, pues de ninguna de esas dos cualidades eres dueño. Mejor narra otro lene chascarrillo, que sólo para ese modestísimo quehacer da tu magín, y no para dilucidar las altas cuestiones nacionales... Rosibel asistió al día de campo de la oficina. Quizá bebió una copa de más, el caso es que se quedó dormida de espaldas sobre la verde grama. En eso llegó una vaca y se puso a pastar precisamente sobre Rosibel, de modo que la ubre del animal, con las cuatro tetas, le quedó a la chica muy cerca de la cara. Abre ella los ojos, ve aquello, adormilada, y dice: "Está bien, muchachos. Pero uno por uno ¿eh?"... (No le entendí)... FIN.