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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Don Astasio llegó a su casa y encontró a su esposa, doña Facilisa, en trance de libídine con un desconocido. Después de colgar el saco, la bufanda y la gorra en el perchero del corredor, el mitrado marido se dirigió al chifonier donde tenía guardada una libretita en la cual solía anotar vocablos de mucho peso para decirlos a su mujer en tales casos. Volvió a la alcoba donde la pecatriz se estaba refocilando con su coime y le espetó la última palabra que había registrado: "¡Baldonada!". En seguida, volviéndose hacia el sujeto, le preguntó con gran severidad: "Y a usted, señor mío: ¿quién le dijo que podía hacer esto con mi esposa?". Responde el individuo: "Todos". (O sea que además de cachondo, el tipo era también lacónico. Esa es virtud de mucho mérito en los actuales tiempos, de excesiva palabrería. Vaya una cosa por otra)... Doña Gorgolota, viuda ella, tenía un hijo adolescente llamado Acnecito. La pobre señora vivía con el temor de que el muchacho la dejara algún día para tomar esposa, de modo que le inculcó un temor cerval a todo lo relacionado con el sexo. "Si besas a una mujer -le decía de continuo- morirás". El vecino de doña Gorgolota tenía una hija, también adolescente, de nombre Avidia, más sabia que Acnecito. (Cualquier mujer es más sabia que cualquier hombre: Juanita Pérez sabe más que lo que supo Einstein). Cierta noche la muchachilla arrinconó a Acnecito en un extremo del jardín, y ahí empezó a llenarlo de picoretes, o sea de besos dados con vehemencia y premura. Asustado por aquel asalto erótico Acnecito corrió hacia su madre y le dijo con angustiada voz: "¡Tenías razón, madre! ¡Besé a una mujer, y de inmediato empecé a ponerme duro!"... Himenia Camafría, madura señorita soltera, conoció en una fiesta a don Veterio, senescente caballero, y supo que era también célibe. De inmediato enderezó hacia él sus baterías. Le dijo con sugestivo acento: "¿No ha pensado usted, amigo mío, en tener a su lado una mujer que le lleve su casa en orden, le haga la comida y satisfaga todas sus necesidades?". Contesta don Veterio: "No me hace falta. Vivo con tres hermanas". Acota la señorita Himenia, coquetona: "Pero sus hermanas, querido amigo, no pueden satisfacer todas sus necesidades". Replica don Veterio escuetamente: "No dije que fueran mis hermanas"... El desdichado misionero fue apresado por salvajes antropófagos. Lo metieron en una olla y lo estaban cocinando a fuego lento. Le dice el cocinero al tiempo que meneaba la caldera: "Ya habíamos renunciado a esta bárbara costumbre, padre; pero los ingleses nos dieron la independencia, y nuestra economía se vino abajo"... Aquel jovenzuelo tenía el brazo derecho más desarrollado que el izquierdo, y ni siquiera podía explicar eso diciendo que era jugador de tenis. Un día su papá lo amonestó: "No te voy a decir que dejes de hacer lo que haces, Pulserito, porque eso es cosa muy natural, y propia de tu edad. Pero al menos hazlo de vez en cuando con la mano izquierda". (No le entendí)... En la cantina un individuo bebía copa tras copa. Le dice al cantinero: "Mi mujer me dejó". "¡Caramba! -exclama el hombre con tono compasivo-. Debe ser difícil eso de que tu mujer te deje". "¿Difícil? -replica el tipo-. ¡Es casi imposible, hermano! ¿Por qué crees que estoy celebrando?"... Dos ladrones cambiaban impresiones acerca de su oficio. Dice el primero: "Yo me dedico a asaltar bancos". Dice el segundo: "Yo también. Pero además cometo delitos sexuales. El dinero por sí solo no hace la felicidad"... ¡Hoy! ¡Sí, hoy estaré en León, preciosa ciudad, joya de Guanajuato! Ahí presentaré mi libro "De abuelitas, abuelitos y otros ángeles benditos". Me llenará de alegría encontrarme contigo a la una de la tarde, en la Sala de Espectáculos de la Feria del Libro. Así podré darte, a más de los recuerdos de mi vida, un abrazo de afecto y gratitud, a ti que me haces el favor de ser uno de mis cuatro lectores... El señor llegó a su casa muy apesadumbrado. Le cuenta a su mujer: "Me examinó el doctor, y dice que soy estéril". "¡Qué pena! -se conduele la señora-. Pero, bueno, al menos pudimos tener seis hijos antes de que te enteraras"... FIN.

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