La mujer de Avidio sintió rijos amorosos, pero el hombre no estaba de humor para erotismos. Se puso la piyama, tomó el control remoto y encendió el televisor. Ella apagó el aparato y le dijo a su esposo con voz imperativa: “Te casaste conmigo por dinero, Avidio. ¡Ven a desquitarlo!”. (¡Qué barbaridad! Lo único peor que no hacerlo es hacerlo por obligación. Un tal Colleoni fue condenado a muerte por César Borgia. La hermana del dictador, Lucrecia, le dijo al reo -hombre guapo en extremo- que haría que su hermano le perdonara la vida si le hacía el amor (a ella, claro, no a su hermano). El desdichado Colleoni, lleno de angustia porque en ello le iba la existencia, no fue capaz de erguir el lábaro de su virilidad. Quedó, como dice Horacio en sus Epístolas (2, 2, 50), Decisis humilem pinnis; caído y con las alas rotas. Desde entonces la disfunción eréctil por causa de ansiedad es conocida como “síndrome Colleoni”. Libera nos, Domine!)... El otro día la conductora de un programa de televisión me preguntó con quién le iría mejor a México, si con Obama, con la señora Clinton o con McCain. Yo respondí que en todo caso debemos preguntarnos con cuál de los tres nos iría menos mal. Lo cierto es que para los políticos norteamericanos México no existe, o existe a lo más como un vecino incómodo al cual se le debe cerrar la puerta levantando una muralla de metal. Por desgracia nuestra dependencia de los Estados Unidos es tan grande como la frontera con ese país. No sé nada de política internacional. Ni siquiera podría opinar acerca de la política de El Moquetito, Tamaulipas. A pesar de esa cortedad de entendimiento me arriesgo a aventurar que el ganador de la elección presidencial será McCain. Lo digo porque la mayor parte de los electores norteamericanos no suelen votar con la esperanza, sino con el temor. Y el candidato del miedo es el republicano. Con él se acentuarían los terrores que para hacer frente al terrorismo ha propiciado Bush. Y uno de esos miedos es hacia todo lo que viene de fuera. Pocas veces se han visto en Norteamérica las actitudes de xenofobia que hoy se ven; el acoso, persecuciones y discriminación que sufren los hispanos; las tremendas injusticias que contra los migrantes se cometen. Así las cosas, debemos decir desde ahora, sea cual fuere el candidato triunfador: ¡Dios nos agarre confesados! (Gulp)... Don Abdómeno le dice al médico: "Tengo un grave problema con mi estómago". Inquiere el facultativo: "¿Cuál es ese problema?". Contesta don Abdómeno: "Ya no me cierra el pantalón"... En un bar de la Ciudad de México un tipo le pregunta a una linda turista: "¿Te gustaría tener algo de mexicano en ti?". "Me gustaría mucho" -responde la visitante. "Muy bien -dice el tipo-. Entonces vamos a mi departamento"... Obituario en el periódico: “Don Huberto Montero falleció ayer en un accidente de cacería. Lo sobreviven su esposa, dos hijos y un venado”... La señora vio a su marido en la sala con un matamoscas. Le pregunta. “¿Has matado alguna?”. “Cinco -responde él-. Dos machos y tres hembras”. Ella se asombra: ¿Cómo sabes el sexo de las moscas?”. Responde él: “Dos estaban en mi lata de cerveza, y tres en el teléfono”... Un artista, un neurocirujano y un ingeniero en sistemas computacionales hablaban acerca de sus devaneos. Dice el artista: “Tener una amiguita me da inspiración”. Dice el neurocirujano: “Tener una amiguita me alivia las tensiones de mi profesión”. Dice el ingeniero en computación: “Tener una amiguita es lo mejor que me ha pasado. Mi esposa cree que estoy con mi amiguita; mi amiguita cree que estoy con mi esposa; y así yo puedo estarme toda la noche en la oficina con mi computadora”... FIN.