Don Lacerio se quejaba de su mala suerte con las mujeres. "Hasta con las de tacón dorado me va mal -gemía-. Traté de contratar una, y me dijo: ‘Hoy no, querido. Me duele la cabeza’"... Un hombre de edad madura fue a confesarse con el padre Arsilio. Le dijo que mantenía relaciones de carnalidad con cuatro mujeres casadas a la vez. "¡Santo Cielo! -se indigna el sacerdote-. ¿Cómo puede usted hacer tal cosa?". Responde el individuo con modestia: "El Viagra ayuda, padre"... El vuelo se había retrasado ya media hora. Finalmente los pasajeros fueron invitados a abordar el avión. Cuando el jet había despegado ya uno de los viajeros le preguntó a la azafata la causa del retraso. Le explica la muchacha: "Al piloto no le gustó el ruido que hacían los motores, ni el estado del tren de aterrizaje, y tardamos media hora en encontrar otro piloto que se arriesgara a volar en esas condiciones"... Doña Facilisa, esposa de don Astasio, tenía relaciones de amasiato con el vecino de al lado, un lúbrico sujeto apellidado Pitorrón. El hombre la visitaba en el domicilio conyugal, y se inquietaba por la posibilidad de que el esposo de su amiga supiera lo que estaba sucediendo. "No te apures -lo tranquilizaba ella-. Mi marido no sabe nada". Seguía visitando Pitorrón a su vecina, pero siempre con el temor de que el esposo se enterara. "No te inquietes -volvía a decirle la mujer-. No sabe nada". Una tarde se hallaban los amantes yogando con pasión cuando de pronto entró don Astasio en la recámara. Al ver aquel acto de fornicio clamó con justo enojo: "¿Qué es esto?". "¿Lo ves? -le dice con toda calma doña Facilisa a su amador-. No sabe nada"... Un padre de familia le aconsejaba a su hijo: "Haz el amor, no la guerra. Si quieres hacer las dos cosas, cásate"... Aquel hombre comentó en una fiesta: "Mi esposa y yo tenemos una diferencia religiosa". "¿De veras? -se interesa una señora-. ¿En qué consiste esa diferencia religiosa". Responde el señor: "Ella piensa que tiene unas pompas divinas, y a mí no me lo parecen"... A todos los mexicanos nos duele Oaxaca. Esa hermosa ciudad, y el bello estado, son entrañables sitios llenos de espléndidas maravillas creadas por Dios y por los hombres. Y sin embargo Oaxaca afronta de continuo problemas sociales de todo orden que perturban la vida de la gente, e impiden al visitante gozar a plenitud los prodigios que Oaxaca tiene. Fácil es culpar de la situación a tal o cual grupo. Sin embargo deberíamos considerar si acaso no privan ahí condiciones de injusticia que en última instancia son causa verdadera de esas manifestaciones. Desde luego debe haber líderes inmorales que buscan pescar en río revuelto, pero no los habría si no existieran condiciones favorables a esos manipuleos. No es la represión el remedio a los problemas de Oaxaca. Los continuos actos de violencia que se suceden ahí deben ser objeto de estudio detenido. La ley y -sobre todo- la justicia pueden ser valiosos instrumentos a fin de hacer tranquila y segura la vida cotidiana de los oaxaqueños, y para que esa joya de México, Oaxaca, pueda ser disfrutada por todos los que se acercan a su belleza y a su señorío... El cuento que ahora sigue fue objeto de censura por doña Tebaida Tridua. La ilustre dama guardiana de las buenas costumbres sufrió un espasmo convulsivo cuando leyó esa picardía, y dijo que era una de las más grandes muestras de impudicia que en su vida había conocido... Don Veterino, señor de edad madura, se compró unos calzones carísimos, de marca. Para explicar ese cuantioso gasto le dijo a su señora: "Una joya siempre va en estuche de lujo". Responde la mujer con acritud: "Una joya sí. Pero un pájaro muerto no se envuelve como para regalo"... FIN.