Según la mujer, la parte del varón viene en tres tamaños: Pequeña, Mediana, y "¡Papacito!". Según el hombre, la parte varonil viene en tres tamaños: Grande, Mediana y "El Tamaño no Importa"... Tres amigas murieron en un accidente, y las tres fueron a dar al Cielo. Se sorprendieron al ver que la mansión de la eterna bienaventuranza estaba llena de palomas. Las blancas aves revolaban por las bóvedas celestes y caminaban, cientos de ellas, en el suelo. San Pedro recibe a las recién llegadas y les dice: "Deben tener cuidado de no pisar una paloma, pues si la pisan serán castigadas con un tormento eterno". Tantas palomas había que una de las mujeres no pudo evitar pisar a una. De inmediato San Pedro vino con un hombre feísimo, y encadenó con él a la mujer al tiempo que le decía: "En castigo por haber pisado una paloma deberás pasar toda la eternidad encadenada a este horrible hombre". La segunda mujer también pisó a una paloma. Otra vez llegó San Pedro con un hombre más feo aún que el anterior. Le dice a la mujer: "Como castigo por haber pisado una paloma pasarás toda la eternidad encadenada a este espantoso hombre". Al ver el horrible tormento que sufrían sus amigas la tercera mujer se propuso ser muy cuidadosa para no ir a pisar alguna paloma. En efecto, se las arregló de tal manera que pasaron los meses, y no pisó ninguna. Un día llega San Pedro con un muchacho guapísimo, y encadenó a él a la mujer. Ella cayó de rodillas, conmovida. "¡Gracias, Dios mío -exclamó- por la bendición de pasar la eternidad al lado de este hermoso joven! ¿Qué hice para merecer esta preciosa gracia?". Responde el muchacho, hosco: "No sé tú. Yo pisé una paloma"... Se antojan patéticos los esfuerzos que hace Carlos Salinas de Gortari para reivindicar su imagen. Para colmo intenta conseguir su pretensión, que parece imposible, usando el mal recurso de infamar a otros, lo cual confirma la muy pobre opinión que la mayoría de los mexicanos tiene del ex presidente. El libro que recientemente publicó habla más de la perdición de quien lo escribe que de la pérdida de una década cuyos acontecimientos, las cosas bien miradas, no son sino efecto de causas que él mismo provocó. Mejor haría Salinas si guardara silencio y se sometiera al juicio de la Historia, dama por lo demás olvidadiza, en vez de hablar como lo hace, pro domo sua, en su propia defensa, y con la insistencia a que obligan los remordimientos... Inepcio le pregunta a su mujer: "¿Por qué cuando hacemos el amor nunca parpadeas?". Responde ella con acritud: "Porque no me das tiempo". (El tal Inepcio terminaba en un abrir y cerrar de ojos. En vez de piyama debía ponerse un traje de jockey de carreras)... Pepito y su papá hacían una caminata por el campo. "¿Viste eso? " -le pregunta el señor al chiquillo. "No vi nada -responde Pepito-. ¿Qué era?" Contesta el señor: "Un conejo. Necesitas abrir bien los ojos". Poco después el padre le vuelve a preguntar al niño: "¿Viste eso?" "-No lo vi -reconoce Pepito-. ¿Qué era?". "Una zorra -contesta el señor-. Necesitas abrir bien los ojos". Pasa un rato, y entonces es Pepito el que le pregunta a su papá: "¿Viste eso?". "Claro que lo vi -responde el señor, que no había visto nada, pero no quería reconocerlo-. De hecho vi eso antes que tú". Dice Pepito: "¿Y entonces por qué metiste en ella todo el pie? Era una popó de vaca; necesitas abrir bien los ojos"... En el bar un individuo bebía su copa tristemente. Le pregunta el barman: "¿Qué le sucede, amigo?". Responde el tipo, desolado: "Yo era un hombre feliz. Tenía una hermosa casa, un coche deportivo último modelo, y el amor de una mujer joven y hermosa. Y luego, de repente, todo desapareció". "¿Qué sucedió?" -pregunta con interés el cantinero. Contesta el sujeto: "Mi esposa descubrió que yo tenía una hermosa casa, un coche deportivo último modelo, y el amor de una mujer joven y hermosa"... FIN.