El marido le propone a su mujer: "¿Qué te parece, mi vida, si hoy en la noche cambiamos de posición?". "Me parece muy bien -acepta ella-. Tú lavas los platos y yo me siento a ver la tele"... Doña Gorgolota fue a pasar unas semanas en casa de su hija. Un día las dos se disponían a salir. Pregunta el yerno: "¿A dónde van?". Dice la esposa: "Voy a llevar a mi mamá al zoológico". "¡Ah no! -protesta el tipo-. ¡Si la quieren que vengan por ella!"... Un individuo entró en la cantina y le pidió al barman: "Me-me da-da u-una cer-cerveza po-por fa-favor". El tabernero, compasivo como todos los de su oficio, le dice: "Yo también padecí tartamudez, amigo. Un día le hice el amor a mi mujer tres veces seguidas, y con eso se me quitó lo tartamudo". Al día siguiente llega otra vez el tipo, y le dice al del bar: "N-no fun-funcionó el re-remedio". "¿Por qué? -pregunta el hombre. Contesta el tartajoso: "Po-porque na-nada más pu-pude ha-hacer el a-amor dos-dos ve-veces. Pe-pero ¡qué bo-bonito de-depa-departamento tie-tie-tienen us-usted y su mu-mujer!"... Tres preguntas me mantuvieron anoche en fatigosa duermevela. La primera: el yate del señor Romero Deschamps, líder de los trabajadores petroleros ¿es parte del legado que nos dejó la Revolución, y parte también de la invisible, intangible e imperceptible, pero absolutamente indispensable idiosincrasia nacional? La segunda: la corrupción en el sindicato de PEMEX, corrupción de la cual ese yate da evidencia ¿es intocable también, tan intocable como algunos quieren que en lo relativo al asunto del petróleo sea esa venerable momia llena de parches y vendajes; tan violada, sacudida y zarandeada, que se llama la Constitución? Y la tercera pregunta, que tanto me agobia y atormenta: ¿cuál es la capital de Dakota del Sur?... Capronio, sujeto ruin y desconsiderado, estaba atravesando una época difícil. Le dijo a su mujer que había llegado el tiempo de que ella aportara algo al presupuesto familiar. Sin embargo el único oficio que conocía la señora era el del himeneo, llamado por el vulgo "del colchón". "Nada se pierde -le dijo el majadero- si ejerces por algún tiempo la profesión del meretricio, por lo demás de gran prosapia y tradición. Es la más antigua del mundo, y muy provechosa también, pues la mercancía que se vende se conserva, y puede ser otras veces expendida. Hoy en la noche vestirás ropa provocativa; te pintarás en modo estrepitoso; lucirás medias de malla y bolso de lentejuelas y chaquira. Luego te ubicarás frente a algún antro, y cuando salga un individuo le ofrecerás tus servicios por 100 pesos. Yo esperaré en el coche, por si tienes alguna duda o necesitas algo". En efecto, esa noche la señora se vistió conforme a lo acordado y se puso frente a la puerta de un tugurio. No tardó en salir un sujeto, que al punto se dirigió hacia ella. "¿Cuánto cobras?" -le preguntó en forma expeditiva, conforme a las reglas de la moderna empresa. "100 pesos" -respondió ella. "Nada más tengo 25" -acotó el individuo-. ¿Qué puedes darme por esa cantidad?". "Permítame un momentito" -dijo la mujer. Fue hacia donde estaba su marido y le informó lo que pasaba. "Dile al tipo ése -le ordenó Capronio- que por 25 pesos únicamente tiene derecho a una obra manual". Regresó la señora y dijo al que esperaba: "Por 25 pesos tiene usted derecho a una obra manual". "Está bien" -aceptó el hombre. Y así diciendo se dispuso para la ocasión. La señora advirtió que el tipo había sido espléndidamente dotado por la Naturaleza, y no pudo menos que comparar la munificencia que veía con la menguada, exigua, mísera, escasa, desmedrada, reducida, minúscula, parva, irrisoria y diminuta dotación que poseía su esposo. Fue entonces corriendo hacia Capronio y le dijo respirando ansiosamente: "¿No podríamos fiarle 75 pesos al señor?"... FIN.
