Babalucas llevó a Pirulina a un apartado y romántico paraje. Ahí se dispuso a hacerle el amor en el asiento de atrás del automóvil. La avisada muchacha advirtió que Babalucas no se ponía preservativo. Le insinuó con suavidad: "Baba: me gusta el sexo seguro". Contesta el tonto roque: "No te preocupes, linda. Ya puse el freno de mano y cerré muy bien las puertas"... Cinicio iba con su esposa por la calle cuando una linda chica pasó junto a ellos. Al verlos se detuvo. "¡Cinicio! -le dijo con enojo al individuo-. ¿Qué andas haciendo?". Él dio una explicación cualquiera, y se despidió. Su esposa le pregunta hecha una furia: "¿Quién diablos era esa mujer?". Responde el descarado: "Dame tiempo para inventar una buena explicación, porque lo mismo me va a preguntar ella acerca de ti"... Sonó el teléfono en casa de Himenia Camafría, madura señorita soltera. Ella levanta la bocina y dice: "¿Bueno?". El que llamaba era un pervertido sexual. Con acezante voz empieza a decir: "Te voy a hacer esto... Te voy a hacer lo otro... Te voy a hacer aquello...". Y al decir eso iba describiendo las más extremas acciones de erotismo. La señorita Himenia quedó estupefacta. Exclama con asombro: "¿Con sólo oír que dije: ‘Bueno’ pudo usted deducir que me gusta todo eso?"... La sorpresa es uno de los muchos dones que, sin darse cuenta, poseen la niñez y la juventud. A la edad que uno tiene ya no lo sorprenden muchas cosas. A mí, por ejemplo, no me extrañó que Cuauhtémoc Cárdenas acotara con precisión el alcance de su postura en relación con el tema del petróleo. López Obrador, astuto y ladino como es, llevó agua a su molino aprovechando una declaración de Cárdenas, y la hizo aparecer como apoyo a su movimiento, y aun a su persona. Pero el fundador del PRD fue sumamente claro: un asunto de tanta trascendencia como el de la reforma energética va más alla de movimientos y personas. AMLO presentó las cosas en modo de hacer creer que el líder moral del PRD se había unido a su causa en calidad de seguidor. Es obvio que el asunto del petróleo representa para López Obrador únicamente la oportunidad de seguir en el tinglado político, y de fortalecer su figura con vistas al año 2012. Su participación en esto tiene alto contendido electorero; es coyuntura favorable para sus fines personales. Desde luego en eso no lo puede acompañar el ingeniero Cárdenas, que lo conoce bien. Muy oportunamente, y con mucha sensatez, el hijo de Tata Lázaro pintó su raya... Una señora pasó a mejor vida. Al día siguiente de las honras fúnebres un amigo del viudo decidió ir a visitarlo. Seguramente -pensó- el pobre estaba necesitado de consuelo y compañía. Llegó a la casa y llamó, pero nadie abrió la puerta. Preocupado, entró. "¿Hay alguien aquí?" -preguntó desde la sala. No recibió respuesta. Fue a la cocina, al comedor, al jardín, y no encontró a su amigo. Temiendo lo peor se dirigió a la recámara. Ahí estaba el viudo, yogando alegremente con la criadita de la casa. "¡Pero, Libidio! -exclama el amigo con enojo-. ¡Apenas ayer enterramos a tu esposa, y tú te entregas ya a deleites de fornicio!". "Perdona, amigo mío -responde el otro lleno de pesadumbre-. Con esta pena tan grande no sé ni lo que hago"... Impericio, joven inexperto, casó con Caderonia, mujer que dos veces había sido ya casada. La mamá del muchacho, temerosa de que su retoño no supiera cumplir sus deberes de marido, lo llamó al día siguiente de la noche de bodas, y le preguntó con eufemismo pudoroso: "Dime, hijo: ¿encontraste anoche el caminito de la felicidad?". "Sí lo encontré, madre -responde el candoroso joven-. Pero a mí me pareció más bien supercarretera"... (Y de 16 carriles, añado yo, como las de California)... FIN.