La esposa de don Languidio fue con el médico de la familia y le contó que su marido había perdido todo interés en el acto conyugal. Para colmo de males se negaba a tomar medicamentos que le restablecieran el apetito erótico. ¿Tendría por ventura el doctor algún mirífico remedio que ella le pudiera administrar disimuladamente a su escuchimizado esposo para elevarle el ánimo y lo demás que se necesitaba para tal efecto? El facultativo le entregó un frasquito con pastillas azules: eran Viagra. Le dijo que moliera una de las tabletas y deslizara el polvo en la sopa de su marido. Así él se tomaría la medicina sin darse cuenta. Ya en su casa la mujer quiso asegurarse del buen desempeño de su esposo, y para mayor seguridad echó en el manjar que estaba cocinando el polvo de tres pastillas. Al día siguiente el médico llamó a la señora para preguntarle si había dado resultado el tratamiento. "Todavía no lo sé, doctor -responde ella-. El espagueti se enderezó en la olla, y no he podido doblarlo para ponerlo en el plato"... Babalucas fue presentado con un señor. Tras la presentación el badulaque se quedó inmóvil, petrificado, con la mano extendida, en actitud de estatua. "¿Qué te sucede?" -le preguntó el amigo que lo había presentado con el señor. "¿No oíste? -contesta el tonto roque-. Me dijo: ‘Encantado’"... Un investigador de temas relacionados con la sexualidad entregó sendos cuestionarios a una pareja de casados para que los llenaran. Al revisar las respuestas que ambos dieron advirtió una divergencia en las contestaciones. Donde decía: "¿Cuántas veces por semana hace usted el amor?", el esposo respondió: "Una vez", en tanto que la señora puso: "25 veces". Llamó a los dos el investigador y les preguntó por qué habían dado respuestas contradictorias. "No son contradictorias -replica el hombre-. Yo le hago el amor a mi señora una vez por semana. Ella lo hace por su lado 24 veces. Y lo seguirá haciendo, porque necesitamos el dinero para pagar la casa"... La anciana señora estaba en el lecho de su última agonía. "¡Madre! -le suplica su hijo con angustiada voz-. Ahora que vas a comparecer ante el supremo tribunal de Dios, dime: ¿quién es mi padre?". La moribunda contesta con voz feble: "Probeta". "¿Soy hijo de probeta?" -exclama el hijo sin dar crédito a lo que había oído. "No -dice la viejecita-. Probé ta... aantos que no podría decirte cuál de todos fue tu padre"... El siquiatra le informa a don Martiriano, esposo de doña Jodoncia: "Señor: después de analizarlo y estudiar su caso he llegado a la conclusión de que tiene usted un complejo que lo hace infeliz, lo priva del goce de vivir y le impide disfrutar de todo placer o alegría". "¡Psst! -le impone silencio don Martiriano muy asustado-. ¡Hable más bajo, doctor! ¡El complejo me está esperando afuera!"... Un tipo le dice a otro con voz llena de solemnidad: "Compadre: quiero que me permita hacerle varias preguntas personales". "Ah, caray -se inquieta el otro-. Usted dirá, compadre". Empieza el primero: "¿Ama usted a su esposa?". "Desde luego que sí, compadre -responde el otro-. La quiero con infinito amor". "Y ¿es feliz a su lado?". "Muy feliz, compadre. Mi mujer es la luz de mi vida. Estoy tan enamorado de ella como cuando éramos novios". "Qué bueno -lo felicita el compadre-. Ahora le haré la pregunta más íntima y personal de todas. Dígame: ¿está usted satisfecho con su esposa en la cuestión sexual". El otro se azara un poco. Responde: "Esa pregunta, compadre, es ciertamente demasiado personal e íntima. Pero de cualquier modo se la voy a contestar: disfruto inmensamente del sexo con mi esposa. Ella me da todo lo que cualquier hombre podría esperar en la cama". Concluye el primero: "Entonces, compadre, si tan contento está con su señora ¿por qué se está follando a la mía?"... FIN.
