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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Ella dijo que quería hacerlo con la luz apagada. Él se opuso: lo harían con la luz encendida. Ella, entonces, procedió a desvestirse. Él la miró sin ropa y dijo: "Pensándolo bien tienes razón: mejor vamos a hacerlo con la luz apagada"... Él iba en un poderoso convertible rojo. Ella iba en un vochito. Él se pasó un alto y fue a chocar contra el vochito de ella. Baja él de su automóvil y contempla el cochecito de la muchacha, arruinado. "Lo siento -dice-. Pero tú tuviste la culpa". "No vamos a discutir -responde ella-. Debemos dar gracias a Dios de que los dos salimos ilesos". "Sí -vacila él-. De cualquier modo la culpa fue tuya". "Quizá tienes razón -admite ella-. Pero sigo viendo en esto una señal de Dios. Creo que no debemos pelear, ni llamar a la policía. Arreglemos este asunto entre nosotros. Mira: traigo aquí una botella de tequila porque esta noche doy una fiesta a mis amigas. ¿Qué te parece si nos tomamos un traguito para el susto, y para celebrar la amistad que saldrá de esto?". La muchacha estaba de buen ver, de modo que a él no le disgustó la idea. Le alargó ella la botella de tequila, y él le dio un buen trago. "No te limites -le dice ella con una sonrisa-. Tómate otro". Y él le dio otro gran trago a la botella. "Ahora tú" -le dice a la muchacha con voz que acusaba ya los efectos del licor... Ella hace a un lado la botella y contesta: "Pensándolo bien, creo que sí llamaré a la policía"... Dulcilí, muchacha ingenua, era recién casada. Su maridito le dice: "Así como yo uso preservativo, tú deberías usar la píldora". "Está bien -responde Dulcilí-. Pero se me va a caer"... A mí me gusta hacer profecías, pero siempre sobre hechos consumados. De ese modo me libro del riesgo que afrontan los profetas: que sus profecías se cumplan. Un vaticinio hice, sin embargo, que este día tendrá su cumplimiento: dije que en la lucha que libraban Hillary Clinton y Barack Obama por la nominación presidencial luchaban también dos remordimientos de conciencia del pueblo norteamericano: uno en relación con la falta de equidad de que las mujeres han sido víctimas constantes; otro, por las injusticias que han sufrido los afroamericanos. Manifesté que a mi juicio el remordimiento por la discriminación a la raza negra es mayor que la contrición por el mal trato impuesto a la mujer, y que por tanto Obama llevaba las de ganar frente a la senadora Clinton. No me falló la predicción, a diferencia de cuando vaticiné la victoria de John L. Sullivan sobre James "Gentleman Jim" Corbett. Ahora alguno de mis cuatro lectores me preguntará (Nota: Los editores de este diario auguran que ningún lector le va a preguntar nada al columnista): ¿podrá ganar Obama la elección presidencial frente al republicano John McCain? La respuesta la daré con el nombre de uno de los personajes de esta columnejilla: Estaca Brown... Himenia Camafría, madura señorita soltera, viajó a la gran ciudad. De regreso en el pueblo se reunió con su amiguita Celiberia Sinvarón, también madura célibe, como ella. "¿Qué crees? -le cuenta con tono de misterio-. En la ciudad hay hombres que besan en los labios a otros hombres". "¿De veras?" se asombra la señorita Celiberia. "Sí -responde Himenia-. Les dicen ‘gays’. Y también hay mujeres que besan en la boca a otras mujeres. Les dicen ‘lesbianas’". "¡Qué barbaridad!" -se consterna la señorita Celiberia. "Y eso no es nada -prosigue, bajando más la voz, la señorita Himenia-. También hay hombres que besan a las mujeres allá donde te platiqué". "¡No lo puedo creer! -exclama Celiberia, escandalizada-. Y a esos hombres ¿cómo les dicen?". Responde la señorita Himenia: "No sé las demás. Yo le decía ‘papacito’"... FIN.

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