"Mi marido practica el sexo oral". Eso que doña Macalota dijo de repente sobresaltó a sus amigas del club de costura. Se hizo una tensa pausa que doña Macalota misma se encargó de romper cuando añadió: "Lo único que hace es hablar de él. (Doña Macalota es nueva rica, e ignorante. Una vez regresó de un viaje a Roma, y alguien le preguntó si había conocido la Fuente de Trevi. Respondió ella: "No sabía que Gloria tenía una fuente allá")... La pequeña le pide a su abuelito: "Extiende la pierna por favor, abuelo; toda, toda". "¿Por qué, hijita?" -pregunta extrañado el anciano señor. Responde la chiquilla: "Porque mis papás dicen que vamos a recibir dinero cuando estires la pata"... Dos vagabundos pasaron frente al escaparate de un elegante restorán que mostraba algunos de los platillos que ofrecía. Uno de los vagos le dice al otro: "Compadre: voy a imaginar que disfruto esos manjares. El poder de la imaginación es grande: quizá de esa manera calmaré el hambre que me agobia". Comenzó a decir, pues: "Empezaré con esa humeante sopa de ajo... ¡Mmmm, está deliciosa!... Ahora estoy comiendo ese filete Chateubriand... ¡Qué sabrosura!... Ahora, de postre, probaré esos duraznos Melba, tan apetecibles... ¡Ah, estaban riquísimos!". En eso pasó junto a los vagabundos una muchacha de esculturales formas. El que había comido con la imaginación puso los ojos en el ebúrneo y turgente busto de la chica; en su cintura cimbreante de palmera; en su bien redondeada grupa, como de potra arábiga; en sus torneadas piernas. De pronto ¡zas! el hombre cayó al suelo, sacudido por fuertes convulsiones. El otro se inclina sobre él y le dice: "Eso le pasa, compadre, por follar después de haber comido"... "¿Con quién le irá mejor a México? -preguntan unos-. ¿Con Obama o con McCain?". Igual cabría preguntar con cuál de esos dos señores le irá mejor a Timbuctú, Burundi o Kiribati. En efecto, a los ojos de la gran mayoría de los norteamericanos, especialmente los de la clase gobernante, México se halla tan lejos de los Estados Unidos como esos remotísimos lugares. Somos para ellos, a lo más, una molestia; a pain in the ass, si me es permitida esa ática expresión. La discriminación de que en ese país se hacía objeto a los afroamericanos -antes sencillamente "negros"- ahora se aplica a los mexicanos. (Pregunta: "¿Cuándo un mexicano se convierte en español?". Respuesta: "Cuando se casa con tu hija"). Con Obama o con McCain esa discriminación seguirá, rampante; con McCain o con Obama los indocumentados seguirán siendo perseguidos con parecida saña a aquella con que los nazis persiguieron a los judíos; con Obama o con McCain seguirá levantándose ese infame muro que finalmente servirá para dos cosas: para pura chileta y para nada; con McCain o con Obama seguiremos siendo considerados por los norteamericanos una broma pesada de la geografía, o un mal inevitable puesto ahí por el Señor para templar un poco los muchos bienes que les dio. Seguramente una hormiga no se preguntará con quién le ira mejor, si con Obama o con McCain. Imitemos la sabiduría de esa pequeña criatura, y no hagamos nosotros tampoco tal pregunta. Trabajemos mejor, como la hormiga... Viene ahora un cuento de color púrpura intenso. Las personas que no gusten de ese color deben suspender aquí mismo la lectura... Un señor de edad madura fue a visitar a sus nietos, que estudiaban en otra ciudad. Hizo el viaje en autobús. El camión iba lleno de hermosas porristas que se dirigían a la misma ciudad. Todas lucían brevísimas falditas, y blusas con escotes pronunciados. (Por arriba se les veía hasta abajo, y por abajo se les veía hasta arriba). Cuando el veterano llegó a la casa de sus nietos uno de ellos le preguntó: "¿Te viniste en el autobús, abuelo?". "Sí -responde el maduro señor-. Pero lo disimulé fingiendo que tenía un ataque de asma"... (No le entendí)... FIN: