Simpliciano, muchacho sin ciencia de la vida, contrajo matrimonio con Pirulina, muchacha sabidora. Ella no quería encargar familia pronto, de modo que llevó a la luna de miel una buena provisión de condones. Pero sucedió -oh candor de Simpliciano- que el inexperto muchacho vio los preservativos y se puso a inflarlos. "Ay, Simpli! -exclamó Pirulina-. ¡Qué razón tenía tu mamá cuando me dijo que nunca dejarías de ser niño!"... Murió un señor. Su viuda, inconsolable, fue a una marmolería, y llorando le pidió al dueño que le hiciera una lápida para la tumba de su esposo. La inscripción debía decir: "No puedo soportar tanto dolor". Dos días después regresó la señora a la marmolería. Ahora iba del brazo de un caballero que aún tenía partes aprovechables. Le dice la mujer al marmolero con una gran sonrisa: "Por favor, señor: añada al final de la inscripción las palabras ‘yo sola’"... El sargento fue a llevar al muchacho a su casa al terminar la guerra. El pobre soldado había perdido una pierna en los combates. "No importa -dice la mamá del muchacho al recibirlo-. Al menos regresó vivo". "Me temo que no, señora -la corrige el sargento con tristeza-. Viene igual de indejo que cuando se alistó"... Una señora presumía de lo mucho que su esposo viajaba por avión, tanto que le habían dado una tarjeta de viajero frecuente. Dice otra: "Mi marido es también viajero frecuente. Pero al baño"... Es cierto: el 2012 está muy lejos. Pero quien ha vivido sabe que el futuro está muy cerca, y que los días llegan antes de lo que creemos. Escribió un poeta municipal: "El Niño Dios nació en un pesebre. / Donde menos se piensa salta la liebre". Si se piensa en la próxima elección no cabe duda de que la caballada del PAN está muy flaca. Más aún: tal se diría que el PAN no tiene caballada. Aquel brillante prospecto que parecía ser Mouriño se despeñó bien pronto, y a menos que suceda algún milagro ya no revivirá. El Presidente Calderón, que tan poco tino ha mostrado al otorgar sus protecciones, se encargó de cortar la cabeza de Santiago Creel, quien en el momento de su defenestración aparecía a los ojos de la opinión pública (de la cual formo parte, aunque modesta) como la máxima esperanza del panismo. En fin, hoy por hoy el PAN no tiene una figura que pueda equipararse a la del priista Peña Nieto o la del perredista Ebrard (si es que este sumiso señor se decide por fin a sacudirse la tutela de su señor). Desde luego no debemos descartar que de pronto aparezca algún panista de nuevo cuño y con mejor imagen, pero ahora el horizonte azul se ve desolador. (Nota: Eso de "el horizonte azul" no es mío. Lo tomé de un poema de María Enriqueta)... Un hombre llegó a una cantina. Había tenido un accidente, y llevaba los dos brazos -porque tenía dos- en sendas armazones de yeso que le cubrían hasta las manos. Le dice con voz penosa al cantinero: "Dame un tequila, por favor". El hombre sirve la copa, y el recién llegado le suplica: "Llévame la copa a los labios, para poder beber". El cantinero hace eso, y el hombre apura su tequila. Pide en seguida el cliente: "¿Tienes un cigarrito?". El hombre saca la cajetilla. Le dice el individuo: "Toma un cigarro y pónmelo en los labios". El cantinero lo hace. "Ahora enciéndemelo" -pide el lacerado. El hombre le prende el cigarro, y el individuo fuma. "Sácame ahora la cartera de la bolsa del pantalón -suplica el tipo-, para poder pagarte". El hombre le saca la cartera. "Toma un billete -dice el individuo-, cóbrate y vuelve a poner la cartera en su lugar". Así hace el cantinero. Pregunta luego el de los brazos enyesados: "¿Dónde está el baño?". Responde muy asustado el cantinero: "¡No tenemos!"... FIN.