Un negro -todavía no se les llamaba afroamericanos- iba por un camino en cierto estado del sur de Estados Unidos cuando le salió al paso un hombre blanco que le apuntó con su rifle. “Dame todo el dinero que traigas” -le ordenó al morenito. Éste sacó una bolsa con monedas y la entregó con mano temblorosa al asaltante. “Ahora lárgate” -le dice éste. “Señor -ruega con suplicante voz el negro-. No me quite ese dinero. Es de mi iglesia”. “Di que te lo robaron” -sugiere el otro. “No me lo van a creer -responde el negro-. Pero se me ocurre una idea”. Así diciendo se quita el sombrero y le pide al ladrón: “Hágale dos agujeros de bala a mi sombrero. Así pensarán todos que los ladrones me atacaron a balazos”. El blanco accede y con sendos balazos agujerea el sombrero de su víctima. “Me creerán mejor -dice entonces el negro-, si me hace usted otros dos agujeros en la camisa”. El ladrón accede y dispara dos tiros en la prenda. “¿Por qué -pregunta el negro- no me hace otros dos agujeros en el pantalón, para hacer más creíble lo del robo?”. Contesta el individuo: “Ya no tengo balas”. Entonces el negro le arrebata el rifle, lo golpea con él en la cabeza y tras recuperar el dinero que el hombre le había robado lo ata de pies y manos y lo deja en la orilla de la carretera. Luego se va, muy satisfecho. El blanco menea la cabeza y dice para sí: “Que lo sucedido me sirva de lección. No se puede confiar en estos chinches negros”... La amiguita de aquel rico señor, soltero y sin familia, estaba al lado del carcamal en el lecho de su última agonía. Le dice con voz mimosa: “Creo, mi amor, que deberías heredarle tu fortuna a quien te dio tibieza por las noches en los últimos años de tu vida”. Murió el señor. Unos días después el notario dio a conocer su testamento. El vejete le había dejado todo su dinero a su cobija eléctrica... Dice el proverbio popular: “Muerto el niño, a tapar el pozo”. El proverbio político de México diría: “Muerto el niño, a pedirle la renuncia al jefe de la Policía”. Esas renuncias, consecuencia de hechos desastrados, no sirven para nada. Más que para tapar el pozo se emplean para taparle el ojo al macho, para tapar el sol con un dedo, o para tapar -como los gatos hacen- lo que no debe verse. Tales renuncias constituyen movimientos de política y son tan inútiles como todos los manipuleos de la politiquería. Acallan las protestas de la gente, para nada ayudan al bien de la comunidad. Si realmente hay contrición por lo sucedido en el antro News Divine, lo que se debe hacer es aplicar sin desviaciones la reglamentación que obliga a los dueños de esos negocios a operarlos en condiciones de seguridad para quienes van a ellos. Lo demás es agua de borrajas, inútil faramalla que a ningún lado llega y que evita tocar el fondo del problema: la corrupción... Una mujer viajaba en coche, sola y el automóvil se le descompuso por la noche. Vio a lo lejos una lucecita y caminando se dirigió hacia ella. Cuando llegó a la luz se vio a la puerta de un convento. Salió un monje que la invitó a entrar y a pasar ahí la noche. Con él estaban otros cinco monjes. “No sé si aceptar su invitación -vacila la mujer-. Son ustedes puros hombres”. “Y hombres puros -replica el superior-. No practicamos el sexo”. La viajera accedió entonces a pasar ahí la noche. Dormía ya cuando algo la despertó. Abrió los ojos y en la penumbra vio a los seis monjes de pie junto a la cama, desnudos como Adán y en actitud rijosa de erotismo. “¿Qué es esto? -se asusta la mujer-. ¡Ustedes me dijeron que no practican el sexo!”. “Y no lo practicamos -confirma el superior-. Ya lo tenemos muy bien dominado”... FIN.