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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El padre Alvino era un gran bebedor. Se jactaba de que no había en toda la comarca mejor catador que él. Con sólo olerlo podía reconocer cualquier vino, y hasta decir el año de la cosecha. Un día sus parroquianos lo pusieron a prueba en la taberna del lugar. Tras vendarle los ojos le acercaron a la nariz una copa de vino. Aspira su aroma el padre Alvino y dice con seguridad: “Tinto. Rioja. Cosecha 1974”. Le acercan otra copa, y declara el padre Alvino sin dudar. “Blanco. Del Rhin. Cosecha 1962”. El tabernero, entonces, hace que una muchacha se le acerque al padre Alvino. Aspira el gran catador el aroma de la chica y dice luego: “Rubia. Ojos verdes. 90-60-90. Cosecha 1985. Y no es de mi parroquia”... La llorosa muchacha le contó a su prometido: “Mi padre se arruinó. Hizo un mal negocio; perdió todos sus millones, y no le queda nada ya”. "¡Ah! -exclama el novio-. ¡Se salió con la suya tu papá! ¡Siempre supe que haría cualquier cosa para impedir nuestro matrimonio, y ya lo consiguió!”... El anciano científico salió de su gabinete. Iba sin ropa, y a más de una orgullosa sonrisa lucía una enhiesta inflamación en la entrepierna. Uno de los investigadores les dice a los demás: “Quizá me equivoque, compañeros, pero creo que el doctor Geróntez ya encontró la fuente de la eterna juventud”... En tiempos de la dominación priista siempre me opuse a la reelección. Mi argumento para rechazarla era muy simple: ¿cómo podía haber reelección, si no había elección? Ahora tenemos ya elecciones; quedaron atrás -esperemos que para siempre- todas aquellas burdas manipulaciones tendientes a dar un viso de legalidad a los procesos electorales amañados. Ahora, vuelvo a decirlo, tenemos ya elecciones. Por eso debemos tener también reelección. No tiene ya razón de ser el tabú que los regímenes revolucionarios impusieron fundadamente para evitar otra dictadura como la de don Porfirio. La que vino con la Revolución tenía al menos la virtud de cambiar cada seis años la traza y estilo de los gobernantes. Ahora la reelección no sólo es posible, sino aun deseable. Quizá pueda instaurarse mediante un proceso gradual que permita ensayar primero con la reelección de alcaldes, de diputados locales y federales, y de senadores, para llegar luego a la reelección de gobernadores, y finalmente del Presidente de la República. Es absurdo que la experiencia legislativa y de gobierno se pierda cada tres o seis años para empezar otra vez de cero. Suplico a la República que junto con mis orientaciones admita esa sugerencia que hago con la mayor modestia y -de sobra está decirlo- con el mayor desinterés... Una muchacha de tacón dorado se acerca a Babalucas y le propone: “¿Quieres fornicar?”. “No, gracias, señorita -responde el badulaque-. Ya tengo demasiadas tarjetas de crédito”... Una mujer le pregunta a otra: “¿Sabes cómo se llama la parte que le sobra al miembro viril del hombre?”. Responde la otra: “No sé”. Y dice la primera: “Se llama ‘hombre’”... El conferencista hablaba sobre el origen de la Tierra. Dice: “Al principio nuestro planeta fue una nube de fuego que al paso del tiempo se fue enfriando y secando, hasta quedar casi completamente sin actividad”. "¡Mira! -le comenta una señora a otra-. ¡Haz de cuenta que está hablando de mi esposo!”... Don Astasio le contó a un amigo: “Anoche le hice el amor a mi mujer!”. “¡Qué bárbaro! -se alarma el otro-. ¡Hiciste cornudo a todo el pueblo!”... Al empezar la noche de bodas Simpliciano le pregunta a Pirulina: “¿Eres virgen?”. “¡Qué! -se impacienta ella-. ¿Venimos a follar o hablar de religión?”... FIN.

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