Difícil es entender a las mujeres. Se pintan el pelo; se tatúan los labios y las cejas; se arreglan la nariz; se restiran la piel; se operan las bubis y las pompas; se ponen pupilentes de color, y luego le dicen al marido con quejumbrosa voz: "¡Ya no eres el mismo hombre con el que me casé!”... Bucolio, ingenuo muchacho campesino, le pidió a don Poseidón, su padre, que le comprara un reloj. "¿Un reló? -se extrañó el viejo-. ¿Y pa’ qué quere m’hijo ese reló?”. Responde el cándido zagal: “Lo necesito pa’ cuando estoy con Eglogia, mi novia”. Insiste don Poseidón: “¿Y qué falta le hace un reló a m’hijo pa’ estar con su novia?”. Contesta el inocente mocetón: “Es que ella empieza a besarme; me hace caricias y me agarra todo. Luego comienza a respirar muy retejuerte y me dice: ‘¡Dámela ora!’. Y yo no tengo reló, apá”... Le pregunta doña Jodoncia a su yerno: “¿Dónde está la escoba?”. Pregunta a su vez el yerno: “¿Quiere la de barrer, suegra, o la de viajar?”... A Gorgolota no le gustaba nada la muchacha con la que se iba a casar su hijo. (El caso es muy frecuente: ya se sabe que la palabra nuera viene de la expresión no era. “Esa no era la muchacha que le convenía a mi hijo”). Le dice un día doña Gorgolota al chico: “No me gusta tu novia. Para empezar, está muy fea”. “Madre -responde muy serio el muchacho-. La belleza de mi amada es interior”. “Pues hijo -replica doña Gorgolota-, pélala”... Leer el futuro es muy difícil. (También es difícil leer el presente, el pretérito y el copretérito de indicativo, para no hablar del pluscuamperfecto, que es peor). Sin embargo hay quienes dicen que todas las fichas se están acomodando, como en el dominó, para que el PRI gane la próxima elección presidencial. La gente siente temor del PRD: piensan muchos que así como los perredistas hicieron de su elección interna un cochinero, también harían un cochinero del País. Tan grandes divisiones hay entre ellos; tan ausente de sus procedimientos está la ética, tan dados a la violencia y los desórdenes han sido los perredistas, que la mayor parte de los observadores coincide en señalar que sería difícil un triunfo del PRD en la máxima elección. Por lo que hace al PAN, los comentadores señalan que no ha respondido a las expectativas que los ciudadanos depositaron en el partido que consiguió romper el largo predominio priista. Hablan también de un elemento psicológico importante: el de la búsqueda de la alternancia que caracteriza a las sociedades donde priva, o se está implantando, el modelo democrático. Desde luego en cosas de política todo es posible -vean nomás algunos gobernadores que tenemos-, pero quizá no anden tan descaminados quienes vaticinan una victoria priista en la siguiente elección presidencial. Incluso esos arúspices señalan como figura del augurado triunfo a Enrique Peña Nieto, gobernador del Estado de México, cuyo carisma y desempeño -y cuya capacidad de hacer presencia en los medios electrónicos- lo tienen sin duda al frente de esa carrera que ya desde ahora ha comenzado. Lo cierto, sin embargo, es que en estas cosas ninguna profecía es valedera. Siendo esto así, como lo es, no conviene adelantar las vísperas... Con labiosas palabras Afrodisio le pidió a Ducilí que le ofrendara la impoluta gala de su nunca tangida doncellez. Deseaba el seductor salaz tronchar en orto la perfumada flor para exornar con ella su rijoso penacho de galán. (Caón, no estoy entendiendo nada). Al oír la procaz solicitud inquiere Dulcilí: “¿Y te casarás conmigo?”. Afrodisio responde prontamente: “¡No cambies la conversación!”... Cierto señor hizo un largo viaje, y llegó a su casa antes de lo esperado. Oyó ruidos extraños en la alcoba, y al entrar descubrió a su mujer en brazos de un desconocido. Sacó una pistola y ¡bang! ¡bang! despachó al amante de su mujer al otro mundo. Ella juntó las manos en éxtasis de felicidad, y le dijo a su esposo llena de alegría: “¡Me amas, Corneliano, me amas! ¡Estás celoso!”... FIN.