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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

El maduro señor contrajo matrimonio con la joven y voluptuosa muchacha. A su regreso de la luna de miel el hombre se sintió mal y acompañado por su exuberante cónyuge fue a consultar al médico. Éste lo examinó y se dio cuenta inmediatamente -sobre todo al ver a la señora- de que el problema del marido era de puro agotamiento. “Dígame, doctor -pregunta el señor muy preocupado-. ¿Tengo sobrepeso?”. “No -responde el facultativo-. Tiene usted sobresposa”... El sospechoso fue llevado ante un investigador policiaco. “Dígame -le pregunta el agente al acusado-. ¿Ha sido usted sometido antes a un interrogatorio?”. “A muchos -suspira el individuo-. Soy casado”... El cachalote joven le pregunta al más viejo: “¿Las ballenas tienen una cola redondita que les da vueltas cuando van nadando?”. Contesta el viejo: “No”. “¡Carajo! -exclama consternado el cachalote-. ¡Entonces me follé a un submarino!”... Murió un minero y llegó a las puertas del Cielo. “Tienes derecho a entrar -le dijo San Pedro-, pues los mineros sufren muchas penalidades y allá en la Tierra pagan todos sus pecados. Desgraciadamente no hay lugar ahora en el paraíso. El departamento destinado a los mineros está lleno. Tendrás que esperar hasta que haya un sitio disponible”. El minero, ansioso por entrar, le pidió permiso a San Pedro para por lo menos echar una ojeadita al sito donde estaban sus colegas. San Pedro dio la autorización. Grande fue la sorpresa del apóstol cuando a poco advirtió que todos los mineros salían del Cielo y se dirigían apresuradamente hacia el infierno. Atrás de todos salió el recién llegado. “¿A dónde van tus compañeros?” -le pregunta San Pedro con asombro. Contesta el recién llegado: “Van al infierno. Para que me dejaran sitio aquí en el Cielo les dije que en el infierno se acaba de descubrir oro. Todos van a buscarlo”. Dice San Pedro: “Ingenioso truco. Pero ¿por qué sales tú también?”. Responde el minero: “A lo mejor es cierto”... El cuentecillo me sirve de adecuada ilustración para mostrar el carácter del minero y la naturaleza de la minería. Es ésta una actividad llena de riesgos, por lo que para dedicarse a ella se necesita verdadera vocación. No cualquiera es minero; las más de las veces se llega a ese oficio -ya se desempeñe en modo artesanal, o a gran escala- por tradición familiar. En lugares donde la actividad minera se había abandonado por agotamiento de las vetas que en ellos se explotaban, el laboreo de las minas se ha reiniciado, bien porque nuevas técnicas permiten el aprovechamiento de riquezas antes inaccesibles, bien porque el precio de tal o cual mineral hace costeables ahora esos trabajos. Parece frase de Perogrullo, pero el laboreo de las minas debe beneficiar a los mineros. Los propietarios de las minas, o quienes aportan capital para explotarlas, deben naturalmente obtener una ganancia. Pero sucede que quienes extraen los minerales rara vez obtienen una justa retribución por su trabajo, a pesar de los riesgos que cotidianamente afrontan. Ojalá se remedie esa injusta situación. La riqueza de la tierra no es riqueza si no es riqueza para todos... Una señora le pregunta a otra: “¿Es cierto que tu marido es fanático del golf?”. “Sí lo es -contesta la señora-. Mira: para que se decida a hacerme el amor tengo que ponerme una banderita allá donde te platiqué”... Un aprendiz de paracaidismo iba a hacer su primer salto. Tembloroso, asustado, se lanzó al vacío. Buscó la anilla para estirar la correa que abría el paracaídas, pero no la halló. Desesperado gritó por el sistema de comunicación con el avión: “¡No encuentro la anilla!”. Le indica por el micrófono el instructor: “Está junto a tus éstos”. El muchacho se lleva la mano a la garganta y grita otra vez con angustiada voz: “¡No está!”... (No le entendí)... FIN.

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