El juez le pregunta al muchacho con voz grave: “Antes de que cumpla mi deber, joven, ¿tiene usted algo qué decir? Si lo tiene, dígalo ahora mismo, porque después será muy difícil que pueda usted hablar”. “No, señor juez -contesta el muchacho-. No tengo nada qué decir”. “Muy bien -replica el juez-. Entonces los declaro marido y mujer”... La mamá de Pepito le dice: “No sé qué regalarle a tu papá el día de su santo”. “Regálale unos guantes” -le recomienda el niño-. “¿Unos guantes? -se asombra la señora-. Estamos en pleno verano, Pepito”. “-Sí -responde él-. Pero la muchacha siempre le dice a mi papá: ‘¡Saque las manos de ahí, señor. Las trae muy frías!”... El marido le pide a su señora: “Burcelaga: saca una mesa y dos sillas a la calle”. “¿Para qué?” -se asombra ella. “¿Lo olvidaste? -le dice el individuo-. Te prometí que el domingo cenaríamos fuera”... Un astuto ventrílocuo llegó a la cantina de un pueblito. Se sentó en un banco de la barra y a su lado sentó a un perro que llevaba. Le pide al cantinero: “Dame una cerveza, por favor”. Luego, volviéndose hacia el animalito, le pregunta: “Y tú, ¿qué quieres?”. “También me caería bien una cervecita -responde el caniche-. Bien helada, por favor”. Exclama el cantinero sin dar crédito a lo que oía: “¡Su perro habla!”. “-Sí -responde el ventrílocuo como no dándole importancia a la cosa-. Pasé algunos trabajos para enseñarle, pero al fin aprendió”. “¡Le doy 5 mil pesos por él!” -ofrece ansiosamente el cantinero. “No -rechaza el ventrílocuo el ofrecimiento-. El animalito me quiere mucho, sufriría si lo vendiera”. “Le doy 10 mil pesos” -aumenta su oferta el cantinero. “No, -vuelve a negarse el ventrílocuo-. Es muy poco”. “Está bien -dice entonces el cantinero. Le doy 20 mil pesos”. El ventrílocuo hace como que vacila y dice al fin: “Está bien: es suyo”. El cantinero va al interior; regresa con la cantidad en efectivo y se la entrega al hombre. Ya en la calle el ventrílocuo le habla al perro desde su automóvil: “Adiós, querido amigo” -le dice con tristeza. “¿Amigo? -responde con enojo el perro-. ¡Eres un traidor! ¿Vendiéndome pagas mi fidelidad y mi cariño? ¡Pero dejo de ser quien soy si le vuelvo a hablar otra vez a un humano!”. El ventrílocuo, fingiendo gran enojo, arranca violentamente y se va con el dinero... Una muchacha se topó en la calle con una antigua compañera de trabajo que lucía un próspero embarazo. Le pregunta: “¿Te casaste, Susiflor?” -le pregunta. “No -contesta ella-. Soy soltera”. “¿Y estás esperando bebé?” -pregunta desconcertada la amiga. “No -responde secamente Susiflor-. Me lo encargó una amiga que salió de viaje”... Murió cierto sujeto y como su vida había sido algo desordenada fue a dar al Infierno. Al trasponer la puerta de la infernal mansión iba temblando lleno de espanto. Recordaba todo lo que en su vida había oído acerca de los terribles tormentos del averno: el fuego; el plomo derretido; los demonios con sus tridentes; las torturas de los condenados; todo lo demás. Grande fue su sorpresa cuando al entrar en el infierno vio un hermoso campo lleno de flores y pájaros canoros. Bellas mujeres iban entre los condenados y les ofrecían champaña y exquisitos bocadillos. Luego, sobre el césped del jardín, les hacían el amor en forma voluptuosa. “¡Caramba! -le dice con asombro el recién llegado al demonio que lo recibió en la puerta-. ¡Siempre creí que el infierno era un lugar horrible donde los pecadores ardían en el fuego en medio de tormentos espantosos!”. “La verdad -dice el diablo- es que lo que estás viendo ahora es nuestro departamento de publicidad”... En la fiesta el invitado conoció a la joven y atractiva directora del colegio de señoritas del lugar. “¿Gustas?” -le dice ofreciéndole un cigarrillo. “Gracias -responde ella-. No fumo”. “¿Te traigo una copa?” -pregunta el tipo. “Gracias, -contesta ella-. No bebo”. Arriesgándolo todo el galán lanzó la tercera pregunta: “¿Vamos a mi departamento?”. “Vamos” -responde ella sin vacilar. Terminadas las acciones que los llevaron ahí el tipo le dice a la directora: “No entiendo: no fumas, no bebes, y sin embargo aceptaste venir conmigo a mi departamento”. “Claro -responde ella-. Siempre les digo a mis alumnas que una dama no necesita fumar ni beber para divertirse”... FIN.