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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Armando camorra

Papá oso, mamá osa y el osito llegaron a su casita en el bosque. Dice con su voz gruesa papá oso: “¡Oh! ¿Quién se comió mi sopa?”. Dice el osito también al ver su plato: “¡Oh! ¿Quién se comió mi sopa?”. Y dice mamá osa: “No manchen, güeyes. Todavía no hago la sopa”... Alguien le preguntó a Empédocles Etílez, el borrachín del pueblo: “¿Es usted de Alcohólicos Anónimos?”. “Sí -responde el temulento-. Siempre que bebo doy un nombre falso”... Una señora pidió un crédito en el banco. “Lo quiero -dijo- para pagar los gastos del abogado. Voy a divorciarme de mi esposo”. Le indica el funcionario del banco: “Señora, nuestra institución no otorga créditos para eso. Prestamos dinero, sí, para construir una casa, para hacerle reparaciones o mejoras...”. “¡Ahí está! -lo interrumpe, contesta, la señora-. Mi divorcio cae definitivamente dentro de la categoría de mejoras a la casa”... Con mis cuatro lectores muy queridos voy a recordar el caso de aquella maestra de escuela primaria en Tamaulipas. Fue a hablar con el líder de su sección magisterial para pedirle una plaza más cerca de Victoria, pues ella trabajaba en una comunidad muy alejada de la capital. Tamaulipas tiene sitios de nombres peregrinos. “El Moquetito”, que con frecuencia aparece mencionado aquí, es sólo uno entre muchas pequeños pueblos cuyos nombres hacen sonreír. Otro de esos lugares se llama “Dos Palitos”. Al dirigente seccional le pareció que ese destino podía ser del gusto de la profesora, de modo que le dijo: “¿Qué le parece, maestra, Dos Palitos?”. “¡Los que usted quiera, profe -exclamó con vehemencia la solicitante-, pero acérqueme más a Victoria, por favor!”. (A mis lectores de otros países les diré que en México el término “palito” sirve para designar el acto de la coición carnal). El cuentecillo -más bien anécdota veraz- sería divertido si no es porque ilustra lamentablemente la viciosa situación que en México se ha vivido en relación con la asignación de plazas magisteriales. Los puestos de maestro son objeto de comercio y corrupción: se venden; se cambian por favores en especie como aquél al que el relato se refiere. Por eso el examen de oposición para asignar esas plazas es lo mejor que ha sucedido desde hace muchas décadas en el campo de la educación primaria en México. Difícilmente podrá alguien hallar dos mujeres tan distintas entre sí como Josefina Vázquez Mota, secretaria de Educación y Elba Ester Gordillo, dirigente del sindicato nacional que agrupa a los maestros. Ambas, sin embargo, merecen reconocimiento: pensando en el bien de México superaron sus diferencias y establecieron una alianza por la cual ahora los docentes llegarán a sus puestos no por virtud de la venalidad, sino del propio esfuerzo. Ojalá estos exámenes de oposición queden en todos los estados del país como práctica permanente que mejore la calidad educativa y destierre definitivamente los vicios del pasado... Himenia Camafría, madura señorita soltera, le dijo a Celiberia Sinvarón, también célibe como ella: “Iré a pasar mis vacaciones en Florida, donde las naranjas son grandes y los pepinos son enormes”. La señorita Celiberia era dura de oído, de modo que no escuchó muy bien. Contesta: “¿Uh?”. En voz más alta repite la señorita Himenia: “¡Que iré a Florida, donde las naranjas son grandes y los pepinos son enormes!”. “¿Qué?” -vuelve a decir la señorita Celiberia, quien tampoco esta vez escuchó bien. Casi gritándole al oído y ayudándose ahora con señas de las manos, repite de nueva cuenta Himenia: “¡¡¡Que iré a Florida, donde las naranjas son así y los pepinos son de este tamaño!!!”. Entonces la señorita Celiberia pregunta ansiosamente: “¿Quién? ¿Quién?”... (No le entendí)... FIN.

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