La maestra le preguntó con severidad a Pepito: “¿Por qué no viniste ayer a la escuela?”. Contesta el chiquillo: “Porque tuve un problema sexual”. “¿Un problema sexual? -se azora la mentora-. ¿Qué clase de problema sexual?”. Responde Pepito: “No vine porque se me hincharon los éstos”... Yo soy vehemente partidario de que la mujer tenga derecho a decidir sobre su propio cuerpo. Pero sobre su cuerpo, no sobre el de otro ser humano. El poder de decidir sobre la vida de otra persona, sobre su destino, eso ni el feminismo más radical lo puede defender. En tal virtud esta columnejilla tributa un gran aplauso -dado con las dos manos, para mayor efecto- al secretario de Salud, doctor José Ángel Córdova Villalobos, quien dijo: “Como médico y maestro de embriología sé perfectamente que la vida de un ser humano se produce cuando se da la unión de un óvulo con un espermatozoide. En ese momento hay un genoma diferente, con una inercia de desarrollo que va a generar un individuo diferente”. El mismo aplauso saluda el proyecto por el cual la Suprema Corte de Justicia de la Nación declara inconstitucional la despenalización del aborto en el Distrito Federal, permitido hasta el tercer mes de la gestación. Acierta el ministro Sergio Salvador Aguirre cuando declara que no se puede dejar sin protección al concebido contra un acto de violencia. Ciertamente esta cuestión, la del aborto, presenta aristas muy variadas, ángulos diversos que deben ser tratados con serenidad y altura. Pero en la base de la discusión ha de estar siempre, como elemento principal e incuestionable, el derecho a la vida del nuevo ser humano que existe ya desde el momento de la concepción, con cuerpo y eso que se llama “alma” diferentes a los de la madre... El señor volvió de un viaje y no encontró en la casa a su señora. Le pregunta a la criadita: “¿Salió de compras?”. Responde la mucama: “Por la forma en que iba vestida yo creo que más bien salió de ventas”... Al salir de la misa nupcial exclama uno de los invitados: “¡Ahí viene la feliz pareja! ¡La novia y su mamá!”... Dos bienaventurados, con blanca túnica, alas de ángeles y aureola de santos sobre su cabeza, estaban tocando su arpa en una nube del cielo. A bordo de otra nube pasa una preciosa angelita de esculturales formas. De pronto la aureola de uno de los bienaventurados cayó de su cabeza y fue rodando por entre las nubes. Le dice el otro con tono de reproche: “A mí tú no me engañas. Arcángelo: tuviste un mal pensamiento”... Dulcilí, muchacha sin ciencia de la vida, le informó a Cinicio, su novio, que a consecuencia de los trances de amor que últimamente habían tenido estaba ligeramente embarazadita. Le anunció con dramático acento: “Si no te casas conmigo me arrojaré a un precipicio”. Responde con ansiedad el galancete: “¿De veras?”... La esposa de don Algón entró en la oficina de su esposo sin ser sentida por él, se puso atrás de él y traviesamente le tapó los ojos. Dice el ejecutivo: “Regresa a tu escritorio, Susiflor. Ahora estoy muy ocupado, y no tengo tiempo para jueguitos ni para lo demás”... Sigue ahora un cuento que la Pía Sociedad de Sociedades Pías reprobó con energía. Las personas que no gusten de leer cuentos que la Pía Sociedad de Sociedades Pías haya reprobado con energía deben saltarse en la lectura hasta donde dice FIN... Babalucas le comentó a un amigo: “Estoy muy preocupado. Creo que mi hijito de tres meses fuma”. Responde el amigo: “Eso es absurdo. Es imposible que una criatura de tres meses fume”. “Por desgracias es posible -replica con tristeza el badulaque-. Tengo la certidumbre de que a tan tierna edad el bebé adquirió ya el feo vicio de fumar. De otra manera ¿cómo se explica que cuando llego a la casa las bubis de mi mujer huelan a tabaco?”... FIN.