Aquellos dos amigos se querían entrañablemente. Eran socios en asuntos comerciales y todo lo compartían: oficina, vehículo, incluso los favores de la exuberante secretaria que juntos contrataron. Un día se presentó el problema: la muchacha iba a ser mamá. ¿Cómo saber cuál de los dos era el padre? Hablaron del asunto, y como buenos amigos y socios acordaron compartir la responsabilidad. Se llegó el día en que la chica debía dar a luz. En la sala de espera de la maternidad los dos amigos daban vueltas ansiosamente. Dice uno de ellos: “-Ya no aguanto más. Voy afuera. Si algo sucede vas por mí’’. En efecto, poco después llega el otro con cara muy solemne. “-¿Malas noticias?’’ -pregunta con angustia el que había salido-. “-Si -responde el otro echándose en sus brazos-. Dame el pésame, amigo mío. ¡Rosilí tuvo gemelitos, y el mío se murió!’’... “-Mi marido me hace sufrir mucho -se quejaba una joven señora-. En medio año que llevo casada con él ya he perdido seis kilos de peso’’. “-¿Y por qué no lo dejas?’’ -le pregunta una amiga-. “-Todavía no -responde la señora-. Quiero perder unos cinco kilitos más’’... Un señor que iba por la calle advirtió que una viejita tenía problemas al maniobrar con su automóvil. Se detuvo y comenzó a darle indicaciones: “-Tuerza el volante hacia la izquierda. Retroceda un poco. Ahora dé vuelta al volante hacia la derecha. Avance un poco. Hasta ahí. Ahora tuerza el volante otra vez hacia su izquierda. Meta reversa. Dele despacito, despacito. Ya está. Ha quedado usted perfectamente bien estacionada’’. “-¡Cómo es usted metiche! -se enfurece la ancianita-. ¡Lo que quería era salir, viejo indejo!’’... Los dos borrachines se contaban su vida. “-¿Por qué nunca te casaste, Etilio?’’ -pregunta uno-. “-Te diré -replica el otro-. Tuve una novia. Cuando estaba borracho ella no se quería casar conmigo, y cuando estaba sobrio yo no me quería casar con ella’’... Al despedirlo en la puerta de su casa le dice Rosibel al inexperto galancete: “-Gracias por los dos besos que me diste, Impericio’’. “-¿Dos? -se sorprende él-. Nada más te di un beso’’. “-No, reitera ella-. Fueron dos. El primero y el último’’... En el cuarto del hotel donde pasará su noche de bodas, la otra ingenua chica llama por teléfono a su mamá y le dice con angustia: “-Macedonio es muy raro, mami. Hay dos camas en la habitación, pero él insiste en acostarse conmigo’’... La curvilínea chica presentó un cheque en el banco para que se lo pagaran. “-¿Tiene usted alguna identificación?’’ -le pregunta el cajero-. “-Sí, -responde ella-. Un lunar en la pompi izquierda’’... En la fiesta un educado joven toma la botella y comienza a servirle en su vaso a la exuberante muchacha. “-Dime hasta dónde’’ -le pide-. Ella se enoja. “-¡Grosero! -le dice-. ¡Apenas nos conocemos y ya empiezas con insinuaciones de carácter sexual!’’... El doctor dice a la señora: “-Para esa calentura que tiene su marido dele cada tres horas una pastilla de estas, y póngale el termómetro en el inter’’. “-¡Ay, no, doctor! -se alarma la señora-. ¡En el inter no, porque es muy cosquilloso’’... El teléfono de la casa del joven doctor recién casado sonó a las once de la noche. Llamaba una vecina: “-Doctor -le dice angustiada-. Venga por favor. Mi nena tiene una pierna dobladita” “-En este momento no puedo ir, señora -contesta el joven médico-. Mi esposa tiene dobladitas las dos”...FIN.