Un caníbal le dice a otro: “¡Mira qué mujer tan hermosa! ¡Lástima que le falten un brazo y una pierna!”. “¡Shhh! -le impone silencio el otro-. ¡Baja la voz! ¡Es la vieja que se está comiendo el jefe!”... El municipio inició una campaña a fin de que ningún perro anduviera en la calle sin la correspondiente licencia canina. Babalucas iba en su coche con su perro, y un oficial de sanidad le preguntó: “Su perro, señor, ¿tiene licencia?”. Responde Babalucas: “No. Ni siquiera sabe manejar”... Infelicio Malsinado tiene pésima suerte. Le suceden siempre grandes desventuras. Cierto día resbaló al salir de la ducha, y cayó de sentón en el piso de azulejos. Sucedió que su orificio natural creó un vacío, de modo que el pobre quedó pegado al piso, y no se podía levantar. Llamó a su esposa a gritos, y ella acudió con prisa. “¡Qué barbaridad! -exclama al verlo en tal estado-. Tendré que romper el piso a martillazos, para que puedas despegarte”. “¡Excelente idea!” -agradece Malsinado-. Su esposa, entonces, comenzó a empujarlo por la espalda. “¿Qué haces? -le preguntó, inquieto, Malsinado. “Voy a deslizarte hasta la cocina -le dice la mujer-. El mosaico de allá es más barato”... Una muchacha fue a confesarse con el padre Arsilio. Le dice: “Mi novio me hizo anoche el amor tres veces. Estoy avergonzada, y muy arrepentida”. Le indica el padre Arsilio: “Ve a tu casa y bebe el jugo de siete limones”. Pregunta la chica, desconcertada: “¿Beber ese jugo me absolverá de culpa?”. “No -responde con sequedad el padre Arsilio-. Pero posiblemente te borre esa sonrisota de satisfacción que traes”... ¡Clap clap clap clap clap clap! ¿A quién aplaudes, columnista; tú, que tan raras veces sueles aplaudir? Aplaudo -y con ambas manos, para mayor efecto- a José Antonio Fernández Carbajal, presidente y director general del Grupo Femsa, de Monterrey, y a Natividad González Parás, gobernador de Nuevo León, por el anuncio que hicieron de la construcción del Estadio de Futbol Monterrey, la nueva casa de los Rayados, el querido equipo de futbol regiomontano. Dijo muy bien Fernández Carbajal cuando manifestó que la afición de Monterrey es la mejor de México. En efecto, yo he visto a los fans de los Rayados aplaudir por su buen desempeño al equipo que venció al de casa en el juego final de un campeonato. Un público así, tan noble y generoso, merecía un estadio como éste, con la calidad de los mejores del mundo. Vaya un reconocimiento, pues, a Femsa, que tantas cosas buenas ha auspiciado en bien de la comunidad, y al gobernador González Parás, por dar a Monterrey y a Nuevo León un motivo más de orgullo... Aquel estrafalario individuo llegó al banco y le mostró al gerente un polvo negro. “Necesito que me preste dinero -le pidió- a fin de promover este polvo que acabo de inventar”. “¿Para qué sirve ese polvo? -inquiere el banquero, cauteloso. Explica el tipo: “Rocía usted con él la parte íntima de la mujer, y le da un suave aroma de manzana”. Replica el funcionario: “No creo que ese invento tenga futuro. Lo siento, pero debo negarle el crédito”. El hombre se retiró sin decir más. Un año después regresó al banco. Iba empujando una carretilla llena de billetes de alta denominación; quería hacer un depósito de millones de pesos. “¡Caramba! -profiere el banquero con admiración-. ¡Ya veo que me equivoqué! ¡Se hizo usted rico con su invento de aquel polvo negro!”. “No fue con aquel polvo negro con el que me hice rico -aclara el otro-. Fue con este otro invento”. Y así diciendo le muestra al funcionario un polvo blanco. Pregunta el banquero: “¿Para qué sirve ese polvo?”. Contesta el individuo: “¿Tiene una