La esposa de don Algón fue con él muy temprano a su oficina, y le pidió que cuando llegara su secretaria le dictara una carta de recomendación para un sobrino suyo. El ejecutivo oyó que ya había llegado la muchacha, y la llamó por el interfón: “Venga por favor, señorita Rosibel”. Por el mismo medio pregunta la muchacha: “¿A lo de siempre, jefe, o llevo libreta y lápiz?”... Don Poseidón le dice a su mujer, doña Holofernes: “Siento un extraño dolor que me comenzó en los pies, me subió por las piernas, llegó al vientre, pasó al pecho y ahora me va por el cuello”. “Ponte listo -le recomienda ella-, y cuando el dolor te llegue a la cabeza quítate el sombrero, para que se te vaya por arriba”... Una mujer se estaba ahogando en el mar. El hombre que la acompañaba pidió auxilio desesperadamente, pues no sabía nadar. Un joven pescador que andaba por la playa se lanzó a las encrespadas olas, y con muchos trabajos logró traer a la mujer, sana y salva, hasta la orilla. Le dice al hombre: “Me alegra haber hecho esto, señor. Pero me encuentro en apuros económicos, y espero de usted una recompensa por haber salvado a su esposa”. “No es mi esposa -responde el individuo-. Es mi suegra”. “¡Ah, caray! -se apura el pescador-. Entonces ¿cuánto le voy a deber?”... San Pascual Bailón es el patrono de los cocineros. En el Cielo se encarga de alimentar a los bienaventurados: todos los días les sirve sándwiches de queso con jamón. Cierto día San Pedro pasó por el infierno y vio que los condenados comían filete Chateubriand. Volvió al Cielo y con enojo le reclamó a Pascual: “En el infierno comen filete, y tú nos das siempre sándwiches de queso con jamón”. “Oye -responde con enojo el santo cocinero-. Para los cuatro o cinco que estamos en el Cielo no voy a ponerme a cocinar”... Cuando baja el precio del petróleo yo tiemblo, pero cuando sube tiemblo más. Se ha dicho siempre que la economía mexicana está prendida con alfileres, y eso es malo; pero lo cierto es que está prendida con barriles de petróleo, y eso es peor. Dependemos de ese recurso para vivir. Y el mercado petrolero es tan variable, está sujeto a tantas eventualidades, que una economía que se finca en el petróleo no es una sana economía. En épocas de bonanza es cuando debemos ser más cautos en el manejo de los recursos que obtenemos por nuestro petróleo... Creo que con esas breves líneas he cumplido por hoy mi tarea de orientar a la República. Paso entonces a narrar un cuentecillo más que nos aparte de esas sesudas consideraciones financieras... Una pareja de mexicanos fue a vivir a los Estados Unidos. Ella no sabía ni una palabra de inglés. Cierta mañana tuvo que ir a comprar muslos de pollo. Fue a la carnicería de la esquina, pero no lograba hacerse entender por el tendero. Después de varios intentos fallidos para decir lo que quería se levantó la falda y le mostró sus muslos al sujeto. Él entendió, entonces, y le dio los muslos de pollo que pedía. Unos días después la mexicana tuvo que comprar pechugas de pollo. Otra vez batalló para hacer saber al tablajero lo que quería, hasta que finalmente se abrió la blusa y le mostró un pecho, con lo que el hombre ya entendió, y le vendió las pechugas de pollo. Pero otro día la señora necesitó salchichas. Ahí sí no pudo hacerse entender por el hombre de la carnicería. Desesperada fue por su marido, y le pidió que la ayudara, para que el carnicero le vendiera salchichas. Sin problemas el mexicano se hizo entender por el sujeto, que de inmediato le entregó las salchichas. (NOTA: No tuvo problema el mexicano para que el carnicero le entendiera, por la sencilla razón de que él sí hablaba inglés)... FIN.