Casó Bucolio, joven labrador sin ciencia de la vida, con Nalguirina, artista de un circo que acertó a pasar por el lugar donde vivía el muchacho. Ignorante de las cosas de himeneo Bucolio le preguntó a su padre, don Poseidón, qué debía hacer en la noche de las bodas. “No se preocupe m’ijo -lo tranquiliza el vejancón-. La Madre Naturaleza es sabia. Ella se encargará de mostrarle el caminito de la felicidad”. Al día siguiente de los desposorios don Poseidón le preguntó con pícara sonrisa a su retoño: “¿Encontró m’ijo el caminito de la felicidad?”. “Sí, ‘apá -responde el mocetón-. Aunque, la verdad, a mí me pareció más bien autopista”. (Nota: Y de cuatro carriles, por lo menos)... Dos cazadores aficionados salieron con sus escopetas. Se separaron para buscar la caza, pero a poco llegó uno muy pálido y le dijo al otro: “Compadre: acabo de matar un león”. “¿Cómo es eso, compadre? -se sorprende el amigo-. Aquí no hay leones”. “Sí hay -dice azorado el otro-. Hasta trae el escudito del club en la solapa”... Don Gerolacio, señor de edad madura, contrajo matrimonio con una mujer joven. La noche de bodas ella le dice con desilusión: “Oye: esto está blando”. “¿Ah, sí? -pregunta Gerolacio fingiendo inocencia-. Y ¿qué dice?”... La crisis económica está dura. Tres muchachas de buenas familias, cansadas ya de sufrir penurias, carencias, y aun hambre, decidieron sacrificar su virtud y pudicicia, y hacer comercio con su cuerpo. Tal decisión la tomaron en enero de este año. Ya vamos en octubre, y es fecha que las tres son todavía vírgenes. Los voceros oficiales nos dicen que todo va muy bien, pero lo cierto es que los precios siguen aumentando y la inflación, si bien no es galopante todavía, ya está tomando un trotecillo que preocupa. Y lo mejor, como dijo aquél, es que la cosa se va a poner peor. Los últimos acontecimientos económicos en los Estados Unidos auguran que la situación en ese país se volverá aún más difícil, y eso tendrá graves efectos en nuestro país. No quiero ser arúspice de calamidades, profeta de catástrofes ni vaticinador de males, pero muchos motivos hay para pensar que las cosas se van a complicar. Debemos prepararnos, pues. En esa preparación las virtudes de la austeridad en el gasto, y el ahorro, son factores importantes... Creo que con lo dicho he cumplido por hoy la delicada misión que me he impuesto, de orientar a la República. Puedo entonces, sin remordimiento, hablar de asuntos más ligeros... Viene ahora un cuento de color subido. Lo leyó doña Tebaida Tridua y vino al suelo poseída por un embolismo catatónico que la dejó privada de sentido. Su médico de cabecera hubo de administrarle prontamente una tisana de elosina (Chamoelirium luteum), que tiene efectos tónicos, diuréticos y emenagógicos, a fin de restablecerle el equilibrio de los cuatro humores fundamentales: sangre, pituita, bilis y atrabilis. La persona que no quiera que esos humores se le subleven y amotinen, debe abstenerse, pues, de leer el siguiente chascarrillo... Un caballero de edad más que madura consiguió por fin que cierta muchacha de muy buen ver y de mejor tocar accediera a compartir con él, por una suma módica, sus pródigos encantos corporales. Al empezar las acciones el añoso señor le dice a su pareja: “Espera un momentito, por favor. Voy a ponerme un preservativo”. “No es necesario -le indica ella-. Estoy tomando la píldora”. “Sí -replica el veterano-. Pero la humedad es mala para mi artritis”... FIN.
