Una mujer estaba en el bar, y se sentó a su lado un tipo de aspecto raro. “Advierto en ti algo extraño” -le dice ella. Responde el individuo “Eres buena observadora. Soy uno de ésos que ustedes llaman ‘extraterrestres’ o ‘aliens’. Acabo de llegar de Marte”. Se pusieron a platicar los dos, y tras un par de copas la charla se volvió íntima. “Dime -pregunta la mujer-. ¿Cómo hacen ustedes el amor?”. “Con el dedo -responde el extraño ente-. Tocamos a nuestra pareja, y así se consuma la unión sexual”. “Me gustaría probar” -sugiere la mujer. El marciano pone su dedo en el brazo de la chica. Ésta comienza a sacudirse toda, y a respirar con gran agitación. Pone los ojos en blanco; lanza luego un ululato de éxtasis y enseguida su cuerpo se afloja, y ella queda lasa, lánguida, agotada, como quedan los cuerpos tras el deliquio del amor. “¡Estuvo sensacional! -alcanza apenas a decir-. ¡Házmelo otra vez!”. El marciano le muestra el dedo dobladito y le contesta con voz débil: “Tendrás que esperar una hora”... El encargado del censo se sorprendió al ver que el individuo que le abrió la puerta andaba completamente en peletier, o sea desnudo. Empezó a hacerle las preguntas de rigor, y resultó que el sujeto era padre de 24 hijos. “Ah, ya entiendo -dice entonces el del censo-. No es que ande usted desnudo: anda en uniforme de trabajo”... A sus 75 años de edad la Universidad Autónoma de Nuevo León es una de las más prestigiadas instituciones de educación superior en el país. Sus raíces son profundamente humanistas: es la universidad de Raúl Rangel Frías, de José Alvarado, de Francisco M. Zertuche, de Agustín Basave Fernández del Valle. En ella conviven ideologías encontradas y formas diferentes de ver el mundo y de mirar la vida. En la UANL se enseña y se aprende, y se investiga también, y se difunde la cultura. En la UANL se hace deporte, y mente y cuerpo encuentran su equilibrio. El libro tiene una de sus mejores casas en la Universidad Autónoma de Nuevo León: sus bibliotecas son impresionantes tanto por sus ricos acervos como por su arquitectura; su labor editorial es de alta calidad, y permanente. Yo tengo a honor haber profesado cátedra en sus aulas, y la más alta distinción académica que he recibido la debo a esa nobilísima alma mater. En este septuagésimo quinto aniversario expreso mi felicitación a su rector; a sus autoridades todas; a sus maestros, estudiantes y trabajadores, y a todos aquellos egresados que en nuestro país y en muchos otros ponen en práctica los conocimientos y valores que adquirieron en la UANL... El pequeño hijo del granjero le dice a su papá, que andaba en el tractor barbechando un campo: “Un hombre llegó a la casa, pero no alcanzo a ver quién es”. “Ve allá inmediatamente -le ordena el genitor-. Si es tu abuelo, dile que no tardo. Si es tu tío, dile que ya voy. Si es cualquier otro hombre siéntate en el regazo de tu mamá, y no te muevas de ahí hasta que yo llegue”... Himenia Camafría, madura señorita soltera, fue a confesarse. “Me acuso, padre -dice al sacerdote-, de que un hombre joven y guapo me tocó una pompi en el autobús”. Inquiere el confesor: “¿Y tú que hiciste ante el grosero ataque de ese enemigo de tu honestidad y tu pudor?”. “Lo que nos ordenó el Señor hacer con nuestros enemigos -responde piadosamente Himenia-. Le puse la otra mejilla”... El señor y la señora celebraron sus 50 años de casados, y fueron al mismo hotel en el que habían pasado hacía medio siglo su luna de miel. Sale del baño el ancianito y le dice con voz triste a su señora: “Viejita: fíjate que ahorita que fui al pipis-rum me mojé los zapatos”. “Igual te sucedió hace 50 años, viejito -responde ella evocadoramente-. Nada más que entonces lo que te mojaste fue la corbata”... (No le entendí)... FIN
