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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

CATÓN

Don Ombroso recibió la visita de un compadre suyo, y lo invitó a cenar. Esa noche se desencadenó una violenta tempestad, y el compadre no pudo emprender el camino de regreso al pueblo. “Quédese a dormir con nosotros -lo invita don Ombroso-. Tenemos una sola cama: usted dormirá en una orilla; lo haré en el centro yo, y mi señora dormirá a mi lado”. Así lo hicieron. Apenas amaneció, el compadre de don Ombroso lo llamó aparte y le dijo: “Lamento decirle, compadrito, que mi comadre , la esposa de usted, es una casquivana”. “¿Por qué lo dice?” -pregunta don Ombroso frunciendo el entrecejo y otras cosas. Responde el compadre: “Toda la noche me tuvo agarrado de cierta parte cuyo nombre no es para mencionarse aquí”. Aclara don Ombroso: “No fue mi señora, compadre. Fui yo el que lo tuve agarrado de ahí. Ha de perdonar la desconfianza”... A propósito de la “Breve Historia de México”, de Vasconcelos, un crítico socarrón dijo que ni era breve, ni era historia, ni era de México. Así la “resistencia civil pacífica” de López Obrador: no es resistencia, sino persistencia empecinada en oponerse a todo; no es civil, antes bien es palmaria muestra de incivilidad; y no es pacífica, sino violenta, ilegal y negadora de todo principio democrático. AMLO se obstina en remar contra la corriente de la realidad. Él mismo es una viva contradicción: sus derrotas -como la elección presidencial- se empeña en convertirlas en victorias, y sus victorias -como la que ganó al frenar la iniciativa presidencial sobre el petróleo- las convierte en derrotas. Esa conducta es increíble, pero más inverosímil aún es que haya algunos que todavía le creen, y que lo siguen hasta la ignominia. Hago un llamado a la ignominia para que no permita que lleguen hasta ella los incondicionales de López Obrador, sobre todo este día, en que otra vez el desorden, la irracionalidad y la imposición autoritaria intentarán estorbar lo que consiguieron el diálogo y la negociación política. Ignominia: ¡tú tienes la palabra!... Aquella señora estaba poniendo en orden la recámara de su hijo, y abajo del colchón encontró la revista “Von Masoch”, especializada en prácticas sexuales masoquistas. Muy preocupada comunicó el hecho a su marido, y le preguntó: “¿Qué crees que debemos hacer?”. “Francamente lo ignoro -contesta el genitor-. Pero de una cosa estoy seguro: no debemos darle nalgadas”... El señor Meñico fue con el doctor y le confió un íntimo problema personal: su parte varonil era muy pequeña. “Ya veo -dice el médico-. Desvístase, por favor”. Se desviste Meñico, y dice entonces el facultativo: “Ya no veo”. (Nota: ¡Qué barbaridad! ¡Tan poco capital tenía el lacerado en esa cuenta que para verlo era menester echar mano de una lupa de 14 aumentos!). “Dígame usted -pregunta el galeno-. ¿Qué bebida toma con sus alimentos?”. Contesta el señor Meñico: “Agua de chirimoya”. “Ahora lo comprendo todo -dijo el médico usando una frase de don Jacinto Benavente-. El agua de chirimoya reduce el tamaño de las cosas; las hace más estrechas. Beba usted agua de berenjena. Ese líquido taumaturgo tiene la mirífica virtud de agrandar los objetos, dilatarlos, acrecerlos, aumentarlos, engrandecerlos, ampliarlos, desarrollarlos, acrecentarlos  y extenderlos”. Un mes después el facultativo encontró en la calle a don Meñico, y lo vio feliz y satisfecho. “¿Está usted tomando agua de berenjena?” -le preguntó con pícara sonrisa. “No, doctor -responde muy contento don Meñico-. Le estoy dando a mi señora agua de chirimoya”... (Nota: Consulte a su médico)... FIN.

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