La conocida frase afirma: “Una imagen dice más que mil palabras”. Tengo mis dudas sobre eso, y las tendré mientras alguien no me muestre una imagen que diga más que el Padre Nuestro o que el discurso que en Gettysburg pronunció Lincoln. De lo que sí estoy cierto es de que a veces una sola palabra dice más que mil palabras. El Presidente Calderón habló después del trágico suceso en que perdió la vida el secretario de Gobernación, y dijo: “Instruyo a mi equipo de trabajo a redoblar esfuerzos en la tarea cotidiana, a trabajar unidos y sin doblegarnos....”. “Doblegarnos”, dijo, no “abatirnos” o cualquier otra palabra equivalente. Ante una desgracia alguien se abate; ante un enemigo se doblega. Doblegar a otro es hacerlo que desista de un propósito. Cuando Calderón dice “sin doblegarnos” está diciendo muchas cosas. Ahora existe la natural confusión que sigue a una tragedia. Y esa confusión, me temo, no desaparecerá. Va a ser difícil que el Gobierno convalide la versión de un atentado criminal, pues eso sería reconocer que la delincuencia organizada ha llegado ya al corazón mismo del sistema. Tal reconocimiento alarmaría a la población y debilitaría al aparato público. Por eso me causó extrañeza la prontitud con que fuentes oficiales desmintieron una información según la cual el piloto reportó una emergencia a la torre de control del aeropuerto de la Ciudad de México. La confirmación oficial del dicho de los controladores habría disipado, o debilitado al menos, la versión acerca de un posible atentado criminal, y habría hecho suponer una falla mecánica. Ese desmentido y el tono del discurso presidencial contribuyen a que se piense que lo ocurrido es resultado de una acción intencionada. Mientras se hacen las averiguaciones correspondientes debemos manifestar la pena de la comunidad nacional por la pérdida del joven funcionario, de sus acompañantes y de las demás personas que murieron en el lugar donde cayó el avión... Si pudiera yo orientar a los norteamericanos les enviaría este escueto mensaje: “Ya lo eligieron. Ahora cuídenlo”... Un viajero llegó a cierto pequeño pueblo. Le preguntó al único taxista del lugar mientras lo llevaba al hotel: “¿Hay aquí mujeres con las que pueda uno pasar un rato amable?”. Pregunta a su vez el conductor: “¿Como de a cuánto?”. “Como de 20 dólares” -responde el turista. Le dice el conductor: “Toque usted en aquella puerta roja”. Inquiere el visitante: “¿Y si la quiero de 50 dólares?”. Contesta el tipo: “Toque en aquella puerta verde”. “Oye -arriesga el viajero-. ¿Y si la quiero de mil dólares?”. Replica sin vacilar el individuo: “Toque en cualquier puerta”... El próximo 31 de diciembre contaré aquí “El chiste más pelado del año”. Hoy voy a relatar “El chiste más pelado de todos los que no he entendido entre todos los chistes pelados que no he entendido en lo que va del año”. He aquí ese vitando chascarrillo... Una joven y guapa mujer llegó al consultorio de un odontólogo en Metrópolis.. La examinó el dentista, y se sorprendió al ver que, a pesar de su juventud, a la mujer le faltaban varios dientes, y los demás los tenía flojos, hendidos, mellados o con quebraduras. El médico le pide a la enfermera la ficha de registro de la paciente, le echa un vistazo y luego se dirige a la joven mujer: “Mire usted, señorita Luisa Lane...”. (No le entendí. Creo recordar, sí, que Luisa Lane era la novia de Superman, pero no me explico el lamentable estado de su dentadura; a menos que el Hombre de Acero fuera dado a la violencia en el trato con su pareja, cosa que dudo, por la conocida nobleza y caballerosidad del famoso héroe de las tiras cómicas)... FIN..