El pastor Calvínez hacía una cruzada contra la pornografía. Dijo a su azorado público: “En un solo video conté tres actos de sexo oral, uno de sodomía, dos de bestialismo; y vi a una mujer haciendo el amor con cinco hombres a la vez. ¡Pero les aseguro que voy a terminar con esas inmoralidades! ¿Alguna pregunta?”. Levanta la mano un señorcito: “¿Dónde se puede conseguir ese video?”... La experta en relaciones familiares hablaba con las señoras que iban a tener bebé. “Si tienen ustedes ya otro hijo -les aconsejó- no cometan el error de decirle: ‘Te queremos tanto que vamos a traer a la casa otro bebé’. ¿Qué les parecería a ustedes que su marido les dijera: ‘Te quiero tanto que voy a traer a la casa otra esposa’?”. Desde atrás pregunta una señora: “¿Sabe cocinar?”... El estudiante se disponía a acostarse para dormir. Le da una cuerda a su compañero de cuarto y le pide: “Amárrame los brazos al cuerpo, por favor”. El otro se asombra: “¿Por qué quieres que te amarre los brazos?”. Responde el estudiante: “Todas las noches sueño a Madonna que viene hacia mí con actitud erótica. Yo la rechazo; la empujo para que se aleje. Amárrame los brazos”... El director de cobranzas de la tienda llamó por teléfono a Babalucas y le dijo: “Hace un año le vendimos un extractor de jugos para su restorán, y no ha pagado usted una sola mensualidad”. “¡Oiga! -se enoja el tonto roque-. ¡El hombre que me vendió el aparato me dijo que en un año se pagaría solo!”... Yo no sé nada de siquiatría, y sin embargo soy inventor de un trauma. Creo que los mexicanos vemos en la ley un signo de opresión, en vez de verla como garantía de orden y sana convivencia. Por eso la ley es para nosotros letra muerta, y aun sin darnos cuenta la violamos. Quienes toman las calles para hacer sus manifestaciones, o cierran las carreteras a fin de protestar por esto o por aquello, u ocupan espacios públicos e instalan ahí sus campamentos, no piensan ni por un momento que están violando la ley. La lenidad de las autoridades que permiten tales desmanes, y aun a veces los protegen, confirman en su actitud a esos transgresores. Muchos de los males que sufre este país se deben a la ceguera que nos impide ver que sólo en la observancia del derecho puede fincarse una vida comunitaria segura y ordenada, y que la falta de cumplimiento o de aplicación de la ley trae consigo la anarquía y el caos. Y ya no digo más, porque siempre que se habla de anarquía o caos -sobre todo de caos- me pongo muy nervioso... Doña Panoplia, dama de sociedad, le hacía reproches a su marido. “Si no fuera por mi dinero -le decía con acritud- esa alfombra no estaría aquí; ese televisor no estaría aquí; ese estéreo no estaría aquí...”. “Tienes razón -la interrumpe el hombre-. Y si no fuera por tu dinero yo tampoco estaría aquí”... Simpliciano, muchacho ingenuo y sin ciencia de la vida, casó con Pirulina, joven mujer de bien torneadas formas. La noche de las bodas ella se despojó de casi toda su vestimenta. Digo “casi” porque se dejó un moñito en la cabeza. Simpliciano vio por primera vez el cuerpo femenino en su prístino esplendor, y contempló arrobado los ocultos encantos de su amada. “Ven a la cama, Simpli” -lo invitó ella con sugestiva voz. “No puedo” -respondió muy nervioso el cándido muchacho. “¿Por qué?” -se sorprende ella. Contesta Simpliciano: “Me salió una inflamación en la entrepierna, y estoy esperando que se me baje”. (¡Muchacho tonto! ¡Ve a la cama, gaznápiro, y verás cómo Pirulina te alivia ese supuesto mal en un abrir y cerrar de pier... digo, de ojos!)... FIN.