Le dice el señor a su mujer: “-Me temo que no podré darte mucho dinero para los regalos de la Navidad”. “-No te preocupes -lo tranquiliza ella-. Yo tengo unos ahorros”. “-¿Ahorros? -se sorprende el marido-. ¿De dónde sacaste para ahorrar?”. Le informa ella: “-Cada vez que me hacías el amor separaba mil pesos del gasto y los guardaba”. El tipo se da una palmada en la frente. “-¡Caramba! -dice-. ¡De haberlo sabido habría hecho contigo todos mis depósitos!”... La señora tuvo triates, y al llevar a bautizar a las tres niñas tanto ella como su marido pidieron al padre que les impusiera el nombre de Paz a la primera, Reina de la Paz a la segunda y María de la Paz a la tercera. “-No tengo ningún inconveniente en bautizarlas con ese nombre -dijo el sacerdote. Pero ¿por qué les ponen Paz a las tres?”. “-Creo que es lo más indicado, padre -explica el marido-. Una vez mi señora y yo nos peleamos. Estuvimos todo el día sin hablarnos, pero cuando llegó la noche pensamos que era una tontería estar así enojados, y entonces nos pusimos a hacer las paces”... A la hora de la comida, juntos el papá, la mamá y Pepito, dice el niñito muy serio a la señora: “-Oye, mamá, yo necesito que me precises una cosa: la nueva niñera ¿la contrataste para mí o para mi papá?”... Dice el señor en una fiesta: “-Mi esposa tiene un impedimento que le evita hablar como a ella le gustaría”. “-¿Ah, sí? -pregunta alguno-. ¿Qué impedimento sufre?”. “-Tiene que respirar de vez en cuando” -explica el marido-... Dos individuos se encontraron en el más allá. “-¿Cómo llegaste aquí?” -pregunta uno. Relata el otro: “-Entré en mi casa con la seguridad de que mi esposa estaba con otro hombre. Ella escapó y yo me puse a buscar a su amante en los closets, abajo de las camas, en todas partes, pero no lo hallé. Mi búsqueda fue tan frenética que me dio un ataque al corazón y me morí”. “-¡Carajo! -exclama el otro-. ¡Si hubieras buscado en el congelador ahorita los dos estaríamos vivos!”... El señor y la señora casados fueron con el consejero matrimonial y le dijeron que su vida sentimental era muy pobre. “-Deben ustedes ejercitar la fantasía -les dice el consejero-. La próxima vez imagínense que están en un barco en medio del mar. Eso les ayudará a sentirse mejor y a disfrutar más de todo”. Una semana después el consejero llama por teléfono a la señora. “-¿Cómo van las cosas?” -le pregunta-. “-De mal en peor” -responde ella-. “-¿No hicieron aquello que les dije -pregunta el consejero-, de imaginarse que iban en un barco en alta mar?”. “-No lo hicimos, responde la señora-. Mi marido no pudo levantar el ancla”... En un vuelo internacional aquel señor conoció a cierto sultán de Oriente. Entablaron conversación, y pregunta el occidental: “-Perdone la curiosidad, señor sultán: ¿cuántas esposas tiene usted?”. “-500” -le contesta el sultán-. “-¡Eso ha de ser fantástico!” -exclama el señor con tono de envidia admirativa. “-Ni tanto -suspira el sultán-. ¿Se imagina 500 pares de pantimedias secándose en el baño?”... Subió al autobús una chica de abundantes, pródigos, muníficos, opimos, ubérrimos, espléndidos y fantásticos atributos pectorales. Poco después de tomar asiento notó que un sujeto que iba de pie frente a ella no despegaba la vista de aquellos dos prominentes encantos. Le dice la muchacha muy molesta: “-Usted debe apellidarse Mirón, ¿no?”. “-Por poquito le atina, chula -responde con gran sonrisa el individuo-. Me apellido beteta”... (No le entendí). FIN.