He aquí diez cosas que los hombres saben acerca de las mujeres: 1-..... 2-..... 3-..... 4-..... 5-..... 6-..... 7-..... 8-..... 9-..... 10-. Tienen bubis... Decía una señora: “Mi marido siempre empieza el lunes con una carcajada”. Le pregunta una amiga: “¿Por qué?”. Explica la señora: “Porque hasta entonces entiende el chiste que le contaron el sábado en la noche”... Simpliciano, cándido muchacho, quería casarse con Pirulina, pero ella lo rechazaba. Un día la hermana de Simpliciano anunció que por fin su remiso novio le había propuesto matrimonio. Simpliciano le pregunta: “¿Cómo le hiciste?”. Responde la muchacha: “Le dije que estaba embarazada”. Simpliciano, entonces, va con su dulcinea. “Pirulina -le anuncia con dramático acento-. Estoy embarazado”... Un maestro de metalurgia declaraba: “El plomo es un metal pesado, grisáceo y venenoso. Al decir eso no estoy hablando mal del plomo: es que el plomo así es”. La política en México es pedestre, venal, carente de ideas y valores. Al decir eso no estoy hablando mal de la política mexicana: es que la política mexicana así es. Piruetas de funámbulo como ésa que acaba de hacer Monreal cuando se va del PRD para aliviar la economía del PT no son sino un botón entre sobradas muestras que evidencian que muchos políticos ven a la política como actividad de mercachifles que se prestan, se dan y se venden para que ellos, sus paniaguados y sus partidos cómplices puedan seguir medrando a costa del erario. Mejor país sería México si desaparecieran los partidos de mentiras y los políticos que en la mentira fincan su vida y su quehacer. Pero eso, para decirlo con el nombre de un personaje de esta columnejilla, Estaca Brown... Meñico Maldotado, con quien Mamá Naturaleza se había mostrado avara y cicatera en la región de la entrepierna, oyó decir que en cierto país de oriente vivía un mago capaz de hacer crecer la parte varonil por medio de la recitación de un milagroso ensalmo cuya fórmula sólo él conocía. Juntó dinero el escuchimizado, y junto con su esposa hizo el viaje hasta el remoto sitio donde el mago se encontraba. Éste vio la paupérrima zona inguinaria de Meñico, y le dijo que en casos ordinarios bastaba la recitación por una sola vez de aquella secreta fórmula para hacer crecer la supradicha parte hasta alcanzar una medida razonable, pero que en su caso tendría que decir el ensalmo 20 veces, así de reducida era su porción. Seguidamente, tras recibir el pago respectivo, le escribió las palabras mágicas en una hoja de papel. Inmediatamente se dirigieron Meñico y su señora al hotel donde se habían hospedado. Ya en su habitación Meñico se acostó en la cama en posición de decúbito supino, o sea de espaldas, según le había indicado el taumaturgo. Hecho eso procedió a recitar la poderosa frase que el mago le escribió. Para mayor seguridad no la dijo 20 veces, sino 40, a fin de garantizar los resultados. Éstos no se hicieron esperar: al terminar la recitación del mágico conjuro la parte que a Maldotado interesaba empezó a crecer, y a crecer y a crecer. Llegó a la razonable proporción que había dicho el mago, pero como Meñico había duplicado el recitado del ensalmo la tal parte siguió creciendo, tanto que llegó al techo de la habitación. La señora salió del cuarto a todo correr y trajo el hacha que estaba en un pasillo al lado del extinguidor. Vio Meñico a su esposa con el filoso instrumento y prorrumpió espantado: “¿Qué haces, insensata? ¿Acaso vas a cortarme la supradicha parte?”. “¡No! -exclamó ella, embelesada-. ¡Voy a abrir un agujero en el techo de la habitación!"... (Nota: Te van a cobrar lo del techo, embelesada señora, pero tus amigas van a envidiarte mucho, de modo que bien vale la pena la inversión)... FIN.