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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

“Quiero que le haga usted el amor a mi esposa”. Así le dijo un tipo a su compadre. Al escuchar aquella insólita demanda el otro quedó atónito, aturdido, pasmado, confundido, anonadado, sorprendido, turulato y sacudido. Pensó que no había oído bien. Inquirió, cauteloso: “¿Qué dijo usted compadre?”. Repite éste: “Dije que quiero que le haga usted el amor a mi mujer”. El otro, sin poder dar crédito a las palabras de su amigo, le pregunta, estupefacto: “Pero, compadre, ¿por qué me pide que le haga yo el amor a mi comadre?”. Responde el tipo: “Porque quiero que la enseñe a hacer el amor como lo hace su esposa”... ¡Vaya manera de empezar la semana laboral, insensato columnista! Con un relato indigno de ver la luz, sobre todo en esta temporada de paz y buena voluntad. ¿En dónde dejas, escribidor inverecundo, los valores del espíritu? Cuán ciertas son las palabras de mi amigo Miguel Ángel: “Ya no hay religión”... Ignoro si hay un país en el mundo que tenga tantas policías como México. El número de corporaciones policiacas que aquí existen es semejante al de las estrellas del cielo o las arenas del mar. Hay policías federales, estatales y municipales, que a su vez se dividen y subdividen en toda suerte de grupos cuyas siglas ningún directorio podría registrar. Opuestas entre sí, y sujetas a mandos diferentes, esas corporaciones se enfrentan unas a otras, y aun se combaten como fuerzas enemigas. Si a eso se añade la corrupción que priva en ellas se entenderá que el mexicano común vea en la policía más una amenaza que una garantía de seguridad, y mire con recelo a los agentes policiacos. Desde luego hay elementos buenos, pero tantos malos policías hay que los honestos acaban por ser medidos con el mismo rasero que los corruptos. Entre las muchas reformas que en México se deben emprender urge una reforma que evite que quien hoy es policía pueda llegar mañana a ser delincuente, y que quien hoy es delincuente pueda llegar mañana a ser policía... “Su apellido, por favor”. “Szbvigniewskiowsky-Kirwigyszostrogkavensovitch”. “¿Cómo se escribe?”. “Con guión en medio”... Un individuo le dice en el confesionario al padre Arsilio: “Padre: anoche conocí a una negrita muy linda, y le hice el amor en un cuarto que estaba en la más absoluta oscuridad”. El padre Arsilio lo interrumpe: “Oye: ¿vienes a confesarte o a presumir de tu puntería?”... Babalucas se casó. Al empezar la noche de bodas le dijo a su flamante mujercita: “Quiero que sepas que cuando mucho tendremos cuatro hijos”. “¿Por qué?” -pregunta ella. Explica el badulaque: “Leí que uno de cada cinco niños que nacen es chino, y yo quiero que todos mis hijos sean mexicanos”... Con un cuento medianamente atrevido termina la columnejilla de hoy. Quienes no gusten de leer cuentos medianamente atrevidos, y prefieran leer cuentos totalmente atrevidos, deben saltarse hasta donde dice: “FIN”... Al día siguiente de la noche anterior lady Loosebloomers se despertó en su cama a las 12 del mediodía. Estaba completamente desnuda, y las sábanas del lecho se veían revueltas. Llamó a Jeeves, el mayordomo de la casa, y le dijo: “Bebí mucho en la fiesta de anoche, y no puedo recordar lo que pasó. ¿Cómo llegué a la cama?”. “Yo la traje, milady” -contesta con una reverencia el mayordomo. Pregunta la señora: “Y ¿por qué estoy desnuda?". Explica Jeeves: “Pensé que era una lástima que su hermoso vestido se arrugara, y se lo quité”. “Entiendo eso -dice lady Loosebloomers-. Pero ¿y la ropa interior?”. Responde el mayordomo: “Supuse que le sería incómodo dormir con ella, y aunque usted se resistió se la quité también”. “¡Cielos! -exclama lady Loosebloomers-. Espero no haberme puesto agresiva”. Responde imperturbable Jeeves: “Sólo la primera vez, milady”... FIN.

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