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DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

ARMANDO CAMORRA

Aquel hombre llegó a su casa antes de tiempo y sorprendió a su esposa en trance de erotismo con un hombre que evidentemente no era él. Le dijo a la mujer: “¡Infame zorra! ¡Vulpeja inverecunda! ¡Raposa sin pudor!”. “No me digas nada -respondió con firmeza la señora-. Tú no has trabajado nunca, y yo debo mantener la casa. Gracias a este señor pago la renta; por él tenemos coche; él se hace cargo de todos los recibos, y además me entrega una cantidad mensual para tus gastos y los míos”. “Muy bien -cede el marido al escuchar aquello-. Pero si no fuera por esta recesión...”... Dice un proverbio popular: “Año de pares, año de pesares”. El año que termina parece confirmar esa aserción. Muchas cosas malas sucedieron en este 2008, tantas que ya quisiéramos verlo terminado. Pero el refrán que dije no concluye en aquella primera afirmación. Declara en seguida: “... Año de nones, año de dones”. Eso quiere decir que en 2009 podría variar este contrario viento, y cambiarse por otro bonancible. Desde luego el refranero y las cábalas numéricas no sirven para aliviar los graves problemas de la economía mundial, pero nunca hemos de darnos por vencidos ante la adversidad, sino enfrentarla con ánimo sereno. Debemos trabajar denodadamente -y si es posible también con denuedo- para hacerle frente. Tuve una sabia maestra, doña Juanita Flores viuda de Teissier. Cierto día fui objeto de una designación de mucho honor, inmerecida desde luego, como todas las bienaventuranzas que en el curso de mi vida he recibido. Me sentía yo en los cuernos de la luna por el hecho de haber llegado a ese sitial. La primera llamada telefónica que tuve en mi flamantísimo despacho fue de la maestra Teissier. Me dijo: “Recuerde, Armando, que esto pasará”. Esas palabras me sirvieron para no envanecerme. Pasó, en efecto, aquel tiempo feliz, y la variable fortuna trajo luego días de pesadumbre y amargor. En medio de esos quebrantos recibí otra llamada de mi maestra: “Recuerde, Armando, que esto también pasará”. Sus palabras me sirvieron para no abatirme. En estos calamitosos días del año que se va pongamos al mal tiempo buena cara, y esperemos el siguiente con esperanza y fe. El ritmo de las cosas y del mundo es más rápido hoy que ayer; quizá con la misma prontitud con que vino la recesión se irá. En el mientras -así se dice en el Potrero- hagamos el propósito de trabajar más y mejor; de ocuparnos más y preocuparnos menos, y de mantener la serenidad y el buen sentido, sin despegar los pies de la tierra, salvo cuando nos vayamos a poner el pantalón... Pepito le escribió su cartita a Santa Claus: “Esta Navidad quiero un Wii. Y que no suceda lo que en la Navidad pasada, que te pedí una bicicleta. Te equivocaste; se la llevaste al niño que vive enfrente de mi casa, y tuve que agarrarlo a trompadas pa’ quitársela”... Decía doña Madana: “Estoy siguiendo la dieta religiosa”. Le pregunta, intrigada, una amiga: “¿Cómo es esa dieta?”. Responde doña Madana: “Te subes a la báscula; gritas: ‘¡Dios mío!’, y ya no comes tanto”... En esta temporada tengamos cuidado al usar nuestro automóvil. Los niños en el asiento delantero pueden ser causa de accidentes. Y los accidentes en el asiento trasero pueden ser causa de niños... Don Ultimio estaba viviendo sus últimos minutos. Con voz penosa le dice a su mujer: “Quiero confesarte algo: estaba teniendo una relación con mi secretaria”. Le dice su esposa: “No hables, tranquilízate”. Continúa el señor: “Además hace unos días le compré una casa”. “No hables -vuelve a decirle la señora-. Tranquilízate”. “También le regalé un convertible último modelo” -prosigue el agonizante con voz feble. “No hables -repite la señora-. Tranquilízate, y deja que el veneno haga su efecto”... FIN.

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