Le dice un señor a otro: “Perdona que te lo diga, pero mi hijo es amigo de tu hija, y dice que es muy promiscua”. “¡Bah, no importa! -responde el otro con ligereza-. Antes era muy pro yanqui, y ya se le quitó”... Pepito le cuenta a su mamá: “Mi papi amarra a la criada cuando tú no estás”. La señora se sorprende. “¿Por qué dices eso?”. Explica el chiquillo: “Porque siempre oigo que la muchacha dice: ‘¡Suélteme, señor! ¡Por favor, suélteme!”... Un señor estaba leyendo su periódico, y alguien llamó a la puerta. Abrió, y le dice el que había llamado: “¿Le gustaría ser Testigo de Jehová?”. “Lo siento -responde el señor-. No vi el accidente”... El padre Arsilio iba por la calle con un brazo vendado, y se encontró con dos vecinos. Le pregunta uno: “¿Qué le sucedió, padre?”. Responde el sacerdote: “Me caí en el sauna”. Cuando se despiden le pregunta uno de los vecinos al otro: “¿Qué es eso de ‘sauna’?”. “No sé -contesta el otro-. No soy católico”... El recién casado le dice con tristeza al barman del hotel: “Me temo que mi matrimonio no va a funcionar”. “¿Por qué dice eso, joven?” -pregunta el compasivo cantinero. Explica el muchacho: “Cuando nos registramos en el hotel yo pregunté si la habitación tenía cama matrimonial, y ella preguntó si tenía clóset”... El jefe de personal del Departamento de Correos le estaba poniendo un examen de cultura general al tipo que pedía la plaza de cartero. Le pregunta: “¿Qué distancia hay de aquí a la Luna?”. “No sé -responde el individuo-. Pero si ésa es la ruta que me van a dar, ya saben lo que pueden hacer con su maldito empleo”... Al terminar la ceremonia del matrimonio civil el novio le pregunta al oficial del Registro: “¿Cuánto le debo, señor?”. Responde con melosa sonrisa el funcionario: “Lo que valga su novia, joven, eso es lo que me debe”. El muchacho le entrega un billete de 50 pesos. Enojado por lo menguado del estipendio el oficial se embolsa el dinero. Como veía que el muchacho no se iba le pregunta de mal modo: “¿Falta algo?”. “Sí -responde el galancete-. Que me dé mi cambio”... Al día siguiente del funeral de su compadre el señor fue a visitar a la viuda. Pensó que la encontraría bañada en lágrimas, pero en vez de eso la sorprendió en abrazo pasional con un vecino. “Mire nomás, comadre -le reprocha el señor con mucho sentimiento-. Apenas ayer enterramos a mi compadre, y usted ya en estos pasos”. “¡Ay, compadrito! -suspira gemebunda la viuda-. ¡Con la pena que traigo no sé ni lo que hago!”... El día último de este mes aparecerá aquí “El chiste más pelado del año”. Ningún chascarrillo de tan subido color vio la luz en esta columneja durante los pasados doce meses. ¡No se lo pierdan mis cuatro lectores!... Se quejaba la recién casada: “¡Qué duras son las tareas de la casa! Barres los pisos, lavas los platos, quitas el polvo de los muebles, y al mes siguiente tienes que volver a hacer lo mismo otra vez”... El perro de la casa roncaba sonoramente. La señora le preguntó a un veterinario qué podía hacer, pues los ronquidos del perro la despertaban de continuo. El médico le indicó que le amarrara al can un listón rojo en los dídimos o compañones. Esa misma noche la señora siguió la recomendación, y el perro, en efecto, dejó de roncar. El marido de la señora había llegado bien borracho, y después de tumbarse en el lecho roncaba como rinoceronte. Ella pensó que si el remedio había funcionado en el animal también en su marido daría resultado. Le ató un listón azul en la misma parte, y el señor dejó de roncar. Al día siguiente el hombre se vio el listón, y vio el que traía el perro. “Fido -le dijo-. No sé dónde estuvimos ayer, pero yo saqué el primer lugar, y tú el segundo”... Le pregunta una muchacha a otra: “¿Qué es lo primero que haces después de tener sexo?” Responde la otra: “Me paso otra vez al asiento delantero del coche”... FIN.
