El puesto de jugos y licuados Blas Robledo ha cerrado sus puertas por primer vez en 70 años.
Desde hace décadas, decenas de negocios informales formaban parte del paisaje urbano del Centro Histórico. Ahora todos se encuentran cerrados, tal es el caso del puesto de jugos de Juárez y Acuña, cuya dueña, Sandra Luz, exige ‘una solución justa’.
Hace más de 70 años, Santiago Camacho y Francisca Chico iniciaron su negocio de jugos y licuados en la esquina de la avenida Juárez y calle Acuña. Ahora, atendido por sus nietas, por primera vez en su historia se encuentra cerrado.
Y es que entre los comerciantes informales del Centro Histórico que no se les permitió abrir desde el lunes por la mañana, al no encontrarse inscritos en el plan de reubicación de las calles Cepeda y Valdés Carrillo, se encontraba Sandra Luz Robledo, nieta de esta pareja, ahora a cargo del negocio.
Cubierto con pancartas con leyendas como: “Nosotros no robamos, trabajamos” y “queremos una solución justa”, y con sus cortinas a medio cerrar es como ahora luce aquel tabarete, que jamás negó un jugo o licuado en las últimas siete décadas, a cualquier hora del día.
“¿De qué vamos a vivir?”, se pregunta Sandra, en medio de la manifestación que se organizó el día de ayer por la mañana a las afueras de la Presidencia Municipal, en un numeroso grupo exigía solución a este problema que para los comerciantes, como ella, les representa el hecho de haber sido desalojados de su única fuente de trabajo.
Ver aquel puesto que, durante más de siete décadas permaneció abierto día y noche, despierta en Sandra, tristeza e impotencia, “pues hablamos de toda una historia que hace más de 70 años comenzaron a escribir mis abuelos con mucho amor”, dice la mujer tratando de contener el llanto.
Ahora, además de no tener una fuente de ingresos, el cierre de su negocio les ha representado cuantiosas pérdidas, “como 15 mil pesos hemos perdido en mercancía, porque se encarga bastante naranja todos los días, así como zanahorias, papayas, mangos y guayabas”, explica la comerciante, quien está dispuesta a esperar una solución.
Firmar para adherirse al plan de reubicación, aún no se encuentra entre sus planes, “no lo haremos hasta que conozcamos nuestras garantías”, señala.
Y es que asegura que el operativo los tomó totalmente por sorpresa, “no nos dio siquiera oportunidad para pensar si firmar o no, o qué hacer en caso de no formar parte de este proyecto, qué actividad podríamos desarrollar”, comenta con tristeza la comerciante.
“Es una situación muy lamentable, triste porque son muchos años, nos quitaron nuestra única fuente de trabajo (...) no estoy en contra del progreso, siempre y cuando no afecte a otras personas, porque si afecta de qué vamos a vivir”.
EL CASO DE OFELIA
Ofelia Montejano, a sus 62 años de edad, es otra de las comerciantes que se ha quedado sin una fuente de trabajo, al no poder abrir su negocio familiar, como hace más de 50 años.
“Yo lo único que quiero es trabajar”, dice angustiada la mujer, quien trata de encontrar una solución favorable con sus compañeros a través de manifestaciones, “es que de ese negocio (dedicado a la venta de lonches) dependemos cuatro familias”, señala.
La preocupación invade a la mujer, pues el poco dinero que pudo juntar durante los últimos días de trabajo, está por agotarse. “No planeamos nada, porque nos cayeron de repente”, comenta molesta la comerciante.
Aunque ha manifestado su inconformidad al proyecto de reubicación, Ofelia, como muchos otros comerciantes, podría adherirse a éste, “pues es necesario trabajar, porque una persona de mi edad, es difícil que encuentre trabajo”, puntualiza Ofelia, a quien no le resta más que esperar.
FUENTE DE TRABAJO
"Es una situación muy lamentable, triste porque son muchos años, nos quitaron nuestra única fuente de trabajo".
SANDRA LUZ ROBLEDO, COMERCIANTE