Admiten candidatos que los gobiernos perredistas utilizan recursos públicos con fines clientelares.
La corrupción y las profundas incongruencias del Partido de la Revolución Democrática (PRD) quedaron ayer al descubierto durante el primer debate de los seis candidatos a la dirigencia nacional de ese partido.
En cuatro rondas, Jesús Ortega, Alejandro Encinas, Alfonso Ramírez Cuéllar, Camilo Valenzuela, Dina Navarro y Miguel León, hablaron del partido ante la situación nacional, de las reformas al Sol Azteca, de sus gobernadores y de su posición frente al Congreso de la Unión.
En primer lugar, los seis aspirantes aceptaron que los gobiernos perredistas, con excepción del Distrito Federal, no se diferencian en nada a los gobiernos del PAN y PRI, y utilizan con fines clientelares y políticos los recursos para desarrollo social.
Alfonso Ramírez Cuéllar denunció públicamente que las candidaturas y cargos de elección popular son vendidos y que algunos grupos y corrientes les quitan entre el 10 y el 15% “de sus miserables salarios” a quienes ocupan determinados cargos.
El candidato dijo que, incluso, algunos líderes estatales reciben dinero del PRI y del PAN, convirtiéndose en los principales adoradores de los gobernadores en turno.
Los principales ausentes en este primer debate no fueron sólo Andrés Manuel López Obrador y Cuauhtémoc Cárdenas, sino la ciudadanía en general, ya que no se permitió el acceso a la gente que, por curiosidad, intento ingresar a escuchar la discusión.
En el recinto del museo de la Ciudad de México estuvieron presentes menos de 200 invitados especiales, que en su gran mayoría forman parte de los equipos de campaña de los seis aspirantes.
Una sorpresa fue también la participación de Miguel León López, quien criticó a su partido y dijo que no puede considerarse como un partido de los pobres cuando ahora se ve a sus dirigentes subidos en camionetas de lujo y con ropa de moda.
El PRD, dijo, se ha convertido en un partido burocrático y burgués.
Como se esperaba, todos los aspirantes se pronunciaron en contra de la privatización de Pemex, pero coincidieron en términos generales que la paraestatal requiere reformas urgentes para deshacerse del sindicato corrupto que lo controla, de la carga fiscal que lo ha desangrado y de la intentona del Gobierno de derecho para abrir espacios a grupos de facto del poder económico.
Alejandro Encinas declaró que para renovar al PRD primero hay que tener partido, porque éste hoy no existe. El PRD es, según dijo, una “federación de corrientes”.
Encinas también se pronunció en contra de la venta de plazas y de candidaturas en el PRD, porque éstos constituyen actos de corrupción que se deben cerrar.
Sin embargo, Jesús Ortega refutó lo dicho por Encinas y aseveró que sí existe partido, y en todo caso hay que corregir algunas cosas.
Al tocar el tema del programa del ideario político del PRD, todos los candidatos admitieron que éste no se cumple, y Encinas declaró que algunos gobiernos “nadan de muertito”, mientras que algunos legisladores sólo simulan serlo y aprueban, por ejemplo, las cuentas públicas de gobernadores como Arturo Montiel.
En sus turnos, Camilo Valenzuela destacó que había que recuperar la relación con organizaciones sociales y defender junto a ellas el ideario del partido, que plantea la caída del Gobierno usurpador.
Dina Navarro explicó que el partido debe enarbolar la igualdad social y el respeto a la diversidad de géneros.