Hoy se vence el plazo para que el Cabildo de Torreón decida si extiende la concesión quince años más a PASA, la empresa recolectora de basura que lleva más de diez años dando el servicio o si decide lanzar una licitación abierta para recibir más propuestas a quién otorgarle la chamba.
En un aprieto está ahora el Gobierno Municipal, puesto que en este asunto de la basura, en La Laguna ya se cuenta con experiencias que hacen necesario pensar muy bien las cosas antes de tomar la decisión final.
Fue durante la Administración de Mariano López Mercado cuando Torreón decidió concesionar esa labor para que una empresa privada se dedicara a proporcionar ese servicio que es labor primaria del Municipio. El contrato se otorgó en 1994, con una duración de quince años, que están próximos a cumplirse.
PASA resultó favorecida, y durante todo el lapso el servicio de la compañía ha marchado razonablemente aceptable, así que los vaivenes de la limpieza de la ciudad, han radicado más en la eficiencia de las administraciones en turno que en la compañía recolectora de los desperdicios urbanos.
Dentro de los intríngulis legales a los que está sometido este tipo negociaciones, se ha llegado a un punto de inflexión donde se tiene que determinar si se extiende en automático la concesión o se abre la oportunidad a que compitan otras empresas.
El sentido común (a veces el menos común de los sentidos) dicta que se debe abrir a la competencia, y que el ganador sea la mejor opción para el cliente, en este caso los habitantes de Torreón, pero la práctica dice también otra cosa.
Claramente es presumible que dentro de los planes políticos del presidente municipal de Torreón, no se encuentra el aventurarse a luchar a brazo partido por un asunto que por lo menos no está en la escena pública como prioridad. La recolección de basura no tiene ahora la importancia que representa la seguridad pública, la obra pública en general, el pavimento, el agua, el alumbrado público o la atracción de inversiones por sólo mencionar algunos tópicos; así que este asunto que está en ebullición por los intereses que conlleva, y cuya cifra del contrato a pesos actuales es de más de mil millones, aun así, es más en la realidad una preocupación de salir bien librado, que en sí meterse a buscar ahorros que a larga pueden resultar marginales.
Siempre en el sector público cualquier asunto que atraiga la atención de las multitudes se politiza, por ello la decisión de abrir a la competencia o extender el vínculo existente, por supuesto que se habrá de aprovechar la situación.
La minoría priista de regidores está pugnando por que se concluya que sea conveniente la licitación, y ya hizo pública su percepción de que los panistas gobernantes tienen pensado renovarle a PASA sin someterla a concurso, con ello pretenden los tricolores poner en una situación de aprieto al partido gobernante, que sabe que de resultar obligatorio realizar un cambio de compañía que preste el servicio de limpia generaría un malestar natural en el periodo de ajuste, además del desplome en la calidad del trabajo que realizaría PASA si se sabe que eventualmente tendría que dejar la plaza.
Por lo pronto Proterra, empresa competidora, y quien tiene la concesión en Gómez Palacio ya levantó la mano y ha hecho una propuesta que significa un ahorro de 216 millones de pesos en el transcurso de 15 años; habrá que ver si de darse la famosa licitación presenta esa propuesta de manera legal.
El asunto entonces está que arde, la decisión real recae en José Ángel Pérez y no es cosa sencilla salir bien librado. Las condiciones que de entrada lucen atractivas por la empresa que ya labora en Gómez, parece que se enturbian como cuando aquélla se hizo de la concesión gomezpalatina en un proceso que resultó embarrado de sospechas de corrupción, la huelga de sus trabajadores y el vacilante inicio de operaciones, lo que le ha creado una percepción poco confiable como proveedora.
Habrá que ver qué derroteros son los que elige el alcalde, para que su decisión no le cause problemas a sus gobernados.
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