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Decisión responsable

Diálogo

Yamil Darwich

Llegó el mes de febrero y con él “las inscripciones para secundaria”; luego, en pocos meses, algunos padres deberán ayudar a sus hijos a elegir preparatoria, la licenciatura a estudiar y en qué universidad hacerlo. Son decisiones trascendentes que requieren de personas responsables.

Ya hemos dialogado sobre la importancia de elegir una buena escuela, aquella que nos ofrezca las mejores alternativas, conforme a nuestras reales posibilidades económicas. Algunas hacen buenos esfuerzos por ayudar a los jóvenes a momento de elegir, incluyendo pruebas psicométricas que, de aplicarlas e interpretarlas correctamente, dan mayor margen de acierto al seleccionar una carrera.

Sin embargo, elegir una buena escuela requiere de análisis profundo, considerando que son los estudiantes y los padres quienes deben tomar conciencia y responsabilidad en la toma de decisión.

Los últimos tres años de educación básica, la secundaria, dan herramientas y habilidades intelectuales que servirán al futuro bachiller para alcanzar mayor aprovechamiento académico; el estudiante que ha madurado desarrollando sus capacidades intelectuales, conforme a edad y grado de escolaridad, estará en ventaja ante aquellos que no lo hicieron: los egresados de las “escuelas fáciles”.

Hace 50 años, tener educación de bachiller daba muchas posibilidades para encontrar acomodo laboral, luego dejó de ser suficiente; 30 años atrás, una licenciatura incluía ventajas de conocimiento que ofrecían grandes oportunidades a quienes la poseían; hoy, todo eso no es suficiente para tener altas probabilidades de éxito y las maestrías y doctorados están siendo rebasados por el desarrollo de competencias y habilidades para resolver problemas prácticos. Los que sean capaces de ello, además de poder comunicarse con persona de otros hemisferios, estarán en condiciones de competir internacionalmente.

Aquellos que asistieron a escuelas que no les prepararon adecuadamente para tener propio florecimiento, serán “carne de cañón”; esos que servirán para trabajar en labores repetitivas, sometidos a sus jefes quienes sí habrán desarrollado las habilidades antes descritas.

Así de importante es decidir responsablemente y desde ahora.

Hace pocos años, conocí a una madre de familia que decidió cambiar a su hijo de una secundaria que exigía horas extra de trabajo. Cuando la entrevisté para saber la causa del cambio, su respuesta me dejó sin argumentos: –“Aún está muy chiquito y queremos que coma con toda la familia”. Hubiera querido explicarle el trabajo que desarrollan en Oriente, –los competidores de nuestros jóvenes– al extremo de utilizar los domingos para tener partidos deportivos y no perder tiempo entre semana, que incluye media jornada los sábados con actividades en el salón de clase.

Peor aún los casos de los padres que permiten a los hijos decidir por sí solos, con la excusa: “Al fin y al cabo ya son mayores y deben decidir su futuro”, u otra aún más rebuscada: “Debo respetarlos en sus decisiones”, cuando saben que ellos aún no han alcanzado la madurez suficiente para decidir por sí mismos. Son los propios adultos, quienes evadiendo la paternidad responsable, no aceptan sus responsabilidades de dirección familiar.

La Comarca Lagunera ha crecido en la oferta educativa en todos los niveles; usted puede encontrar lo que puede pagar con la calidad suficiente, siempre y cuando aplique tiempo y esfuerzo a descubrirlo.

Igual puede hallar escuelas o universidades que sólo sean “entretenedoras de muchachos”, que de paso cobran como si enseñaran de verdad.

Si la secundaria es clave para estudiar un buen bachillerato y ello lleva a tener un estudiante universitario serio y comprometido, el apoyo de los adultos para la decisión de los hijos es trascendente. Algunos jóvenes son sorprendidos con las ofertas educativas y aceptan poner en riesgo sus probabilidades de éxito profesional al futuro; lo peor, existen padres de familia que no quieren tomar la decisión o buscan “lo más barato”, para así ahorrarse algunos pesos.

Con el paso del tiempo, los laguneros hemos ido madurando en el tema y aprendiendo a discernir entre todas. No se queda atrás.

Para la buena elección se necesita la adecuada información y la correcta interpretación; para ello es conveniente consultar con aquellos profesionales que conocen del tema; sobre todo, contar con el compromiso del estudiante y sus familiares mayores. Para lo anterior existen muy buenos orientadores vocacionales en el medio educativo regional y otros más que prestan sus servicios independientemente.

Actualmente la esperanza de vida de una persona llega a sobrepasar los setenta años; el tiempo que requerimos aplicar al estudio, desde la secundaria hasta terminar una carrera, es de diez a doce. Un joven puede graduar de licenciatura alrededor de los veintitrés, tal vez menos. Según esas medidas, les quedará por delante, en promedio, cerca de cincuenta años de vida. La pregunta: ¿es buen negocio invertir juventud y dinero en una mala educación?

Le dejo con su propio análisis, recordándole un viejo principio: “es cara la educación, pero más cara es la ignorancia”. Usted decide.

ydarwich@ual.mx

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